Risotto de puerros y poroto manteca

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La palabra rutina está cargada de negatividad. Rutina es monotonía, aburrimiento, la vida automática e intrascendente. En tiempos de interminable pandemia, la rutina me mantiene cuerda.

Los lunes son iguales a los martes, a los sábados y a los jueves. Agosto es igual a abril, y falta tan poco para Navidad que siento que voy a abrir y cerrar los ojos y estaré transitando el tráfico turbulento y locura colectiva de la segunda quincena de diciembre.

Me despierto con los primeros rayos del sol. Me levanto de golpe; nunca fui de esas personas que dan vueltas en la cama y luchan contra las mañanas. Me visto, y caminando al gimnasio a dos cuadras.

Mi agotadora vuelta tiene soundtrack meloso de los ochentas; Africa de Toto o algo de Def Leppard suele encabezar la lista de temas que canto fuerte escondida bajo el tapabocas. Ignoro los bocinazos y asquerosidades que en solo dos cuadras son parte de mi día a día, y llego a casa. Sin zapatos, con lavado de manos, cambio de ropa y todo ese protocolo que hoy ya es rutina.

Desayuno potente con café todavía más potente. Llega la profe de Awi y me regala una hora para salir a hacer cosas tan emocionantes como ir al súper, al banco, a una reunión, a hacer fotos o tachar algo de mi eterna lista de trámites.

Vuelvo. Cocino algo con mucho amor pero a veces hartazgo por tener que estar buscándole el ángulo correcto, la iluminación más apetitosa o el dato curioso que todavía no compartí. Almorzamos entre tres, tratando de no mirar el celular un rato.

Las siestas son de saltar en la cama y jugar a la lucha. Después, hora de pantallas. Yo, poniéndome al día con trabajo, Awi bañando y dando de comer en la tablet al gato Tom, al que apodó cariñosamente Con. Minutos de culpa, y de vuelta a la computadora.

Cinco de la tarde. Hora de bajarnos. Juegos varios con alguna serie fácil de digerir de fondo. Los animales de la granja, el juego de té y la pintura suelen ser los protagonistas.

Siete; hora de cenar. Cena sólo para la vida real, así que no necesito buscarle ningún ángulo ni iluminación ni dato curioso, generalmente consiste en alguna sopa, mixto o resto del mediodía. Respondiendo mensajes sin parar. Literal, sin parar.

Ocho menos cuarto; hora del teté. Mejor momento del día, lleno de besos, arrumacos y el final descanso. A veces me bajo a tomar una cerveza, a veces me entrego después de ver por quinta vez el mismo episodio de la serie que el sueño no me deja terminar.

Una y otra vez.

Y me da paz. Ante tanta incertidumbre, saber que mañana será igual que hoy me deja dormir por las noches. También es aburrido, cansador, monótono e intrascendente. Pero me aferro a la intrascendencia mientras traiga consigo salud.

En este 2020 desgarrador, por ahora, es lo más valioso que tengo.

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Tiempo de preparación
15 mins
Tiempo de cocción
30 mins
Tiempo total
45 mins
Precio: $$$
Dificultad: Medio
Porciones: Cuatro porciones generosas
Ingredientes:
  • Una cebolla mediana
  • Un puerro
  • Tres cucharas soperas de manteca
  • De 4 a 6 tazas de caldo vegetal (o agua con sal)
  • Una taza de arroz carnaroli
  • ⅓ de taza de vino blanco
  • Una taza de poroto manteca hervido
  • ½ taza de queso parmesano rallado
  • 100 gramos de queso Paraguay
  • Pimienta recién molida
  • Dos cucharas soperas de harina
  • Aceite para freír
  • Ralladura de medio limón
¿Qué hago?
  1. Poner a hervir el caldo. Calentar dos cucharas de manteca en una olla mediana. Picar la cebolla y el tallo del puerro. Cocinar en la manteca con un poco de sal hasta que se ablanden.
  2. Agregar el arroz sin lavar y revolver hasta que quede cubierto de la manteca. Después de dos minutos, añadir el vino blanco y revolver hasta que se evapore.
  3. Agregar el caldo de a poco con un cucharón mezcando lentamente. Cuando se empiece a secar, volver a agregar caldo de a cucharones. Mezclar cada tanto para evitar que el arroz se pegue.
  4. Mientras tanto, para los puerros crocantes calentar una olla con aceite. Cortar las hojas del puerro bien finas. En un bowl, mezclar con la harina usando las manos.
  5. Una vez que el aceite está caliente, freir las hojas de puerro hasta que queden crocantes y apenas doradas. Salar y dejar reposar en una rejilla o sobre papel absorbente.
  6. Cocinar el risotto durante 20 minutos aproximadamente. Una vez que el arroz está al dente, agregar el poroto manteca y los quesos. Apagar el fuego, revolver bien y dejar reposando durante 5 minutos.
  7. Servir inmediatamente con más parmesano, el puerro crocante, pimienta recién molida y un poco de ralladura de limón.

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