Preparar sushi no es tan difícil como parece, al menos si estamos dispuestos a romper milenarias reglas y prescindir del arte y la templanza de los grandes maestros japoneses. Igual no sería la primera vez. El California roll, creado por un canadiense de descendencia japonesa, quebró todos los esquemas tallados en piedra cuando se popularizó en los años setenta en la soleada Malibú.
Hoy en el shopping vi a un niño de unos seis años devorando rolls como papas fritas con kétchup. El tiempo, la moda, la demanda, la globalización y la integración cultural hicieron que el sushi haya pasado de ser algo elitista, incomprendido, inalcanzable, a ser una opción más de cena romántica, delivery de sábado y hasta almuerzo de patio de comidas. Cuando yo tenía 18 años, que no hace tanto como parece, esto era impensable.
No existe nada más enriquecedor que la inmigración, la apertura, el descubrimiento y la apropiación en la cocina. Aunque todavía no considere a Asunción como una ciudad de gran diversidad gastronómica, la oferta de comida étnica y regional crece estrepitosamente. Con ella, nuestra cultura y acercamiento al resto del mundo.
Los clásicos y tradicionales restaurantes japoneses siguen firmes, aferrados a sus tradiciones y ofreciendo las mismas delicias de hace 30 años, cuando mi mamá iba con mi papá a Sukiyaki y yo era sólo una bebé. Hoy existen más lugares que venden sushi que lo que puedo contar con mis manos. Sushi de inspiración y manos paraguayas, con nuestros ingredientes y nuestro gusto particular.
Mi única intención con esta receta es acercar un poquito más la comida japonesa a la cocina hogareña de todos los días. Sin ingredientes demasiado rebuscados, sin necesitar grandes habilidades culinarias ni la necesidad de sacar un préstamo del banco. Un poco de arroz bien condimentado, kanikama, aguacate y pepino. Buena salsa de soja, un toque de aderezo de wasabi, y si no sabés usar palitos, tenedorazo. Es tu cocina, todo vale.
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10 mins
25 mins
35 mins
- Una taza de arroz (para sushi o arroz común tipo 1)
- Dos cucharas soperas de vinagre de arroz
- Una cuchara sopera de azúcar blanca
- Media cuchara sopera de sal
- Un pepino mediano
- 8 palitos de kanikama
- Un aguacate maduro
- Furikake (mezcla preparada de algas y semillas de sésamo, o en su defecto, semillas de sésamo y algas nori cortadas en pedacitos)
- Aderezo de wasabi
- Salsa de soja para acompañar
- Lavar el arroz bajo la canilla hasta que el agua salga transparente. Colocar en una olla con tres tazas de agua fría.
- Cocinar a fuego alto hasta que empiece a hervir. Luego, bajar el fuego y dejar cocer por 20 minutos hasta que el arroz esté blando y el agua se haya evaporado. Controlar siempre para que el arroz no se pase de cocción.
- En una taza, mezclar el vinagre, sal y azúcar hasta que el azúcar se haya diluido. Se puede calentar unos segundos en el microondas para acelerar el proceso. Añadir la mezcla al arroz caliente.
- Colocar el arroz caliente en un recipiente ancho, por ejemplo, un pirex rectangular grande. Crear surcos con un cucharón para que el arroz se enfríe más rápido. No mezclar demasiado para que el arroz no se pegue.
- Cortar los pepinos en cuadrados pequeños retirando las semillas. Cortar el kanikama y el aguacate. Reservar.
- Una vez que esté frío el arroz, colocar en un bowl. Agregar el pepino, kanikama y aguacate.
- Justo antes de servir, aderezar con salsa de wasabi y decorar con las semillas de sésamo y algas. Servir acompañado de salsa de soja.
