Me rehúso a que mi hija sea una princesa. Ni Bella, ni Jasmine, ni mucho menos Cenicienta. Las princesas de cuentos son todo lo que no quiero que Awi sea; amadas por su belleza, oprimidas por la sociedad, siempre dependientes de un hombre que las rescaten de su miserable cotidianeidad.
Ni las princesas de verdad viven la vida que quiero para mi hija. Llenas de protocolos, reglas medievales, sacrificios personales, todas sentaditas con las piernas cruzadas y las uñas pintadas de color crema, siempre un paso atrás del importante hombre al que tienen al lado.
De niña recuerdo que los príncipes ingleses eran íconos pop como Nick Carter o Justin Timberlake, sus fotos transformadas en posters en todas las revistas teen de la época. El tiempo pasó y recién hoy veo lo lejos que está de mi sueño preadolescente la vida monárquica.
Para ser princesa hay que olvidarse del trabajo, de la libertad de mostrar emociones, del estilo personal y para siempre dedicarse a cumplir este cuadrado rol, “el sueño de toda niña y mujer”, de ser una princesa con corona y trajecito.
Por otro lado, amo los vestidos de las princesas de fantasía, llenos de brillo, capas de tela translúcida y purpurina. Pero no amo la opresión detrás de ese vestido que en la vida real debe cubrir los brazos y disimular las curvas.
No amo que a los niños les enseñen a ser héroes y rescatar el mundo, mientras que a las niñas las sientan con una tacita de té y una corona de plástico a pensar en cómo verse más bonitas.
Quizás pronto me trague mis palabras y tenga a una Aurora vestida de princesa, pensando en su castillo, su amado y sus zapatos de cristal. Eso sí, de mí no llegará esa imposición. Esta bella durmiente también puede ser presidenta, astronauta y súper héroe si quiere, y en todo caso, que sea una reina con poder real, corte unas cuantas cabezas y cambie por fin las cosas.
P.D. Empecé a escribir esto antes de saber con qué receta iría, pero prueben estas bolitas energéticas deliciosas sin azúcar y llenas de proteínas y grasas buenas. Son casi casi tan ricas como comerse un paquete de cookies recién horneadas, excepto que ni necesitan cocinarse (y hacen súper bien). Y perdón por ponerme intensa.
Energy bites con chips de chocolate Imprimir
10 mins
10 mins
- 8 dátiles sin carozo
- Una taza de avena
- Una cucharita de canela
- Una cuchara sopera de chía
- Una cuchara sopera de semillas de lino
- Un chorrito de esencia de vainilla
- Una cuchara sopera de aceite de coco
- Una cuchara sopera de miel
- Una cucharita de stevia
- Una cuchara sopera de coco rallado o en escamas
- Cinco cucharas soperas de mantequilla de almendras (o maní en su defecto)
- Tres cucharadas soperas de chips de cacao 70%
- Sumergir los dátiles en agua tibia por unos minutos para que sean más fáciles de procesar. Colocarlos dentro de la procesadora y pulsar varias veces hasta que empiecen a deshacerse.
- Agregar al recipiente de la procesadora todos los ingredientes menos los chips de chocolate. Procesar hasta que se haya formado una pasta pegajosa, aproximadamente un minuto.
- Parar, despegar la masa de los bordes y volver a procesar por un minuto.
- Agregar los chips de chocolate y mezclar con las manos. Dejar descansar en la heladera por 20 minutos.
- Con las manos húmedas, formar bolitas pequeñas. Pueden guardarse en la heladera una semana o hasta 2 meses en el freezer.