Galletitas saladas de zanahoria

¡Salú! Recetas

No tengo un recuerdo vívido de la primera vez que me sentí hostigada por un hombre, pero sé que empezó desde muy chica. Me acuerdo de la mirada lasciva de un taxista mientras yo pasaba en short, paseándome en bici por el barrio. Me acuerdo del amigo de mi papá que, con una palmada en la cola, me hizo sentir incómoda, aunque yo todavía no entendía por qué. El primo toquetón. El compañero de colegio. El “mejor amigo”. El novio insistente. Los recuerdos van de mal en peor. Algunos duelen todavía y no salen aún de su cajita.

Sé que mi mamá hizo lo mejor que pudo en su momento. Que no era fácil ser divorciada y mamá soltera de dos en esa época. Que intentó hablarme, con los tabúes del milenio pasado, sobre este mundo cruel. Quiso siempre hacerme sentir que valía, aunque el universo me gritase estridentemente lo contrario.

No fue suficiente, porque eran otras épocas, la educación era diferente, no alcanzó el tiempo, no sé. Sé que no fue su culpa, y tampoco la mía.

Pero yo necesito llenar esos vacíos con mi hija. Cultivar que su “no” es lo más valioso desde el día uno. Que nadie le puede obligar a hacer nada que ella no quiera, que sus convicciones siempre están sobre todo lo demás. Que su cuerpito es suyo y de nadie más.

Hago la promesa de hablarle, de intentar escucharle, pero sobre todo de no juzgarle. Porque sé que si yo soy un espacio seguro para ella, se va a salvar de al menos la mitad de los horrores que yo pasé solo por miedo a decepcionar, a herir, a que no me entiendan, o que me digan que seguro me busqué.

La niñez es un momento de inocencia y felicidad, pero lastimosamente, también es un momento de preparación para este habitar hostil e injusto. Como un caballo herido, pero que continúa caminando para llegar a destino, voy a construir para ella una armadura fuerte, llenar su cabecita de autoconfianza y crear para las dos un lugar libre de juicios, para que sepa que al menos acá con mamá, siempre todo puede solucionarse.

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Tiempo de preparación
20 mins
Tiempo de cocción
10 mins
Tiempo total
30 mins
Precio: $
Dificultad: Facilísimo
Porciones: 24 galletitas
Ingredientes:
  • Una zanahoria hervida y pisada (que rinda una taza de puré)
  • Una taza de harina 000
  • Media taza de harina de avena o avena extrafina
  • ¼ de taza de queso parmesano o sardo
  • Una cuchara de semillas de sésamo
  • Una cucharita de sal
  • Dos cucharas soperas de manteca
¿Qué hago?
  1. Mezclar en un bol el puré de zanahoria, queso, y manteca. Agregar la sal, sésamo, harina y avena y mezclar con las manos hasta formar una masa compacta y que no se pegue a las manos.
  2. Refrigerar la masa por 30 minutos envuelta en papel film o 10 minutos en el congelador.
  3. Enharinar la superficie y estirar la masa con un palo de amasar hasta que quede bien fina. Usar cortadores de galletitas para hacer formas divertidas.
  4. Cocinar en un horno precalentado a 180 grados por aproximadamente 10-12 minutos hasta que queden doradas y crocantes. Se ponen todavía más crocantes al enfriarse.
  5. Pueden guardarse en un recipiente hermético por 3 días, o congelar la masa hasta 3 meses.

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