Hoy no tengo ganas de hablar de comida. No voy a llorar pero tampoco puedo hablar de comida. Debería esperar y dedicarle una oda o canto gregoriano a estos fish cakes de tilapia sanos, deliciosos y llenos de textura y sabor. Pero no me sale. Necesito hablar de tetas. Bueno, en realidad de destete. Hablar a corpiño quitado (literalmente).
Con dos rocas apretándome el pecho y un bebé que se despertó unas cinco veces anoche, flashbacks de los primeros días de lactancia vuelan por mi mente. De googlear desesperadamente cómo pasar el dolor que me rompía el cuerpo y de no saber a quién acudir, sin saber cómo sobrevivir ese momento para el que nadie me preparó. A diferencia de ese momento, hoy, con las mismas venas azules que sobresalen mi piel y dos hojas de repollo congeladas dentro del corpiño, estoy ansiosa por el mundo nuevo que me espera.
Un universo de horas infinitas sin preocupación porque un bebé llore desconsoladamente del hambre o la leche se dispare de mis tetas mojándome la remera en medio de una reunión. Una vida sin la constante preocupación por la leche congelada que puede descongelarse y perderse, perdiendo también un poquito de mi alma en el proceso. Un mundo de menos bártulos que llevar y traer, de tomar cerveza sin tanta preocupación. Un mundo mío. Donde las palabras independencia y libertad adquieren nuevo sentido.
Todos estos sentimientos increíbles obviamente vienen cubiertos de un velo de culpabilidad, por querer priorizarme y por buscar lo que en teoría debí haber dejado de querer después de haberme convertido en mamá.
Mi meta en esta vida nunca fue ser la mejor mamá del mundo, porque sé que mi egoísmo quizás nunca permita que sea así. Pero después de un año de sólo teta, de luchar contra los ensoquetadores profesionales de fórmula, de salir y nunca divertirme del todo, de no dormir, de ser sólo un receptáculo de alimento y de dar tanto amor hasta quedarme sin reservas, estoy lista para pensar sólo un ratito en mí misma.
Pensar en mí misma para estar bien y abrazar con ganas a esta bebé que se vuelve niña ante mis ojos, porque el tiempo vuela. El tiempo compartido, la conexión celestial y el amor líquido que fluyó entre las dos es algo que voy a atesorar hasta el fin de mis días. Y no cambiaría nada, porque en el proceso, aprendí que aunque nunca sea la mejor, ella sí sacó todo lo mejor de mí.
Y sí, ahora sí estoy llorando.
Fish cakes de tilapia y batata con mayo de cilantro Imprimir
15 mins
60 mins
Una hora 15 mins
- 250 grs. de tilapia
- Una batata grande
- Una cebolla mediana
- Una zanahoria
- Un diente de ajo
- Ralladura de un limón
- 3 cucharadas soperas de mayonesa
- Una cuchara sopera de mostaza
- Media taza de avena extra fina
- 2 cucharas soperas de queso rallado
- Media taza de panko
- Un mazo de cebollita
- Sal y pimienta
- Cuatro cucharas soperas de mayonesa
- Cuatro cucharas soperas de yogurt natural
- Jugo de medio limón
- Un diente de ajo
- Un mazo de cilantro
- Dos cucharas soperas de agua
- Sal y pimienta
- Para esta receta puede usarse procesadora o cortar los ingredientes a mano y mezclar en un bowl, lo importante es cortar en pedazos muy pequeños y usar las manos para que todo se integre bien.
- Precalentar el horno a 180 grados.
- Hervir la batata durante media hora o hasta que esté lo suficientemente blanda como para hacer puré. Pisar la batata con un tenedor en un bowl y agregar la zanahoria rallada bien fina.
- Cortar o procesar la tilapia en trozos pequeños. Mezclar con la batata.
- Agregar la cebolla cortada fina, el ajo, mayonesa, mostaza, panko, avena, sal, ralladura de limón, cebollita picada y pimienta.
- Si no usamos procesadora, es momento de ensuciarse las manos para mezclar bien y formar pequeñas tortitas compactas.
- Colocar las tortitas en una placa para horno apenas aceitada. Cocinar durante 20 minutos y dar vuelta. Cocinar 10 minutos más y retirar del horno una vez estén doradas y crujientes por fuera.
- Mientras las cakes se cocinan, mezclar en la licuadora la mayonesa, yogurt, ajo, cilantro, limón, sal y pimienta.
- Servir las fish cakes con el aderezo y más limón como picada o acompañando una ensalada colorida.