El planeta nos pide desesperadamente que empecemos a consumir sus recursos de manera más responsable. Y no alcanza con lavarnos la consciencia usando pajitas de metal y compartiendo una foto quebrante de dos monitos abrazándose mientras su hogar es consumido por las llamas.
Todas las grandes empresas se limpian de pecado una vez al año con una campaña de responsabilidad social, de miren lo buenos que somos, miren como limpiamos el río, miren lo socialmente conscientes que nos auto-proclamamos. Mientras tanto, niños siguen cosiendo la ropa, nos siguen envenenando con productos nocivos, bosques enteros se siguen talando y océanos siguen llenándose de toneladas de plástico.
Las grandes multinacionales, la ganadería, la industria de la moda y los exportadores de soja son quienes deben empezar a cambiar su forma de ganar dinero. Pero no lo harán sin presión de los gobiernos. Sin que les duela y les toquen el bolsillo.
¿Y nosotros cómo entramos en esa ecuación? ¿Qué poder de presión tenemos como individuos? ¿Es dejar de consumir la solución? ¿O debemos ser más drásticos y manifestarnos ante quienes realmente están destruyendo el mundo y encima culpándonos a nosotros los individuos?
Admito que todavía estoy construyendo mi postura y mi discurso al respecto. No me parece mal compartir información, indignarse en las redes, usar un hashtag para la ocasión. Pero sí me parece que quedarse en eso es igual o peor que no hacer nada. Y que esa sensación de estar cambiando algo en el mundo no es más que una masturbación mental que nos hacemos para convencernos que estamos haciendo nuestra parte y poder dormir tranquilos.
La teoría del granito de arena para mí no funciona. El cambio se logra arrojando piedras. El compromiso y la transformación real requieren de mucho más que una foto compartida en los stories de Instagram. Hacer nuestra parte no es fácil, no es divertido y probablemente no nos consiga un millón de likes. Hipócritamente, no tengo aún una solución personal sobre cómo lidiar con el mundo horrible en el que vivimos.
También sigo consumiendo fast fashion. También trabajé promocionando marcas poco ambientalistas. También tengo una hija que usa ocho pañales desechables por día hace más de un año. También uso papel film. También volví a comer pescado y estoy compartiendo una receta de salmón. También estoy sentada detrás de un teclado hablando a la nada y haciendo nada.
Así que sí, quizás este post no es mucho mejor que un selfie con una pajita de metal y una bolsa importada que viajó miles de kilómetros consumiendo litros y litros de combustible fósil para que vos vayas al súper y te sientas moralmente superior por no usar una bolsa de plástico. Al final no son más que palabras al aire. No sé, los humanos somos un cáncer para este planeta, tenía nomás esto adentro y quería sacarme.
#PrayForAmazonia
Torre de sushi Imprimir
20 mins
20 mins
40 mins
- 100 grs. de salmón fresco
- 100 grs. de arroz para sushi
- Dos cucharas soperas de vinagre de arroz
- Una cuchara sopera de azúcar
- Una cucharita de sal
- ½ mango brasilero
- ½ pepino
- ½ aguacate
- Jugo de medio limón
- ½ mazo de cebollita
- Una cuchara sopera de semillas de sésamo
- Una cuchara sopera de furikakke (o algas cortadas bien fino)
- Una cuchara sopera de aderezo de wasabi
- Salsa de soja para acompañar
- Lavar el arroz de sushi en un colador bajo la canilla hasta que salga transaparente. Poner a hervir 200 ml de agua. Cocinar el arroz de sushi por 20 minutos o como lo indique el paquete.
- Mientras tanto, preparar la ensaladita. Picar en cuadrados el mango y el aguacate. Agregar sal y jugo de limón. Rebanar el pepino en cuartos y sacar las semillas. Picar del mismo tamaño que las otras frutas. Picar la cebollita, agregar y luego reservar.
- Cortar el salmón fresco en cuadrados del mismo tamaño que las verduras de la ensaladita. Reservar refrigerado y cubierto con papel film.
- En una taza, mezclar sal, vinagre y azúcar y calentar por 30 segundos en el microondas o al fuego por un minuto. Una vez que el arroz está listo, bañar con esta mezcla revolviendo bien.
- Luego, sacar el arroz de la olla y colocar en un recipiente playo para que se enfríe. Para que se enfrie mas rápido podemos hacer surcos en el arroz con una espátula.
- Forrar una tabla con papel film para evitar que se pegue. Colocar un molde de por lo menos 10 cm de altura sobre la tabla. Apilar primero una capa del salmón, luego la ensalada y por último el arroz y presionar usando los dedos para que se compacte.
- Colocar el plato en el que vamos a servir sobre el molde y dar vuelta con cuidado. Retirar el molde y decorar con semillas de sésamo, furikakke y aderezo de wasabi. Acompañar con abundante salsa de soja.
