¿Qué hace una embarazada de 7 meses cuando tiene antojos de comer una rica sopa con tortillitas pero sabe que la fritanga y su estómago están en una batalla más épica que Stalingrado, con un 99% de probabilidad de dolorosa derrota para la delicada panza?
Muchas veces escuché a nutricionistas hablar sobre comidas que generan adicción e incluso afirmaciones como que el azúcar es más adictiva que la cocaína. De nutricionista no tengo ni la N pero sí puedo atestiguar científicamente que las tortillitas (si son de arroz, peor) tienen algún tipo de droga psicotrópica que enloquece al cerebro y lo hace entrar en un trance compulsivo donde sólo pide más y más y más.
No puedo contar con las manos la cantidad de veces que fui a almorzar a lo mi mamá con la promesa firme de comer sólo una o dos tortillitas, porque obvio, una o dos no me van a hacer nada. Y es totalmente real, una o dos no hacen nada, pero ¡¿QUIÉN EN SU SANO JUICIO COME UNA O DOS TORTILLITAS¡? Para cuando empecé a pensar en el segundo mordisco de la primera, una docena desapareció ante mis ojos.
Todos y cada uno de nosotros querríamos vivir una vida plena comiendo una cantidad ilimitada de tortillitas un martes cualquiera sin nunca tener que preocuparnos por la silueta ni la salud. ¿Vida eterna? ¿Dinero ilimitado? ¿El sex appeal de Brad Pitt en sus buenas épocas? No, la capacidad de comer y comer todas las tortillitas que queramos sin nunca sentirnos mal ni engordar 200 kilos.
Ahora, quiero dejar algo muy en claro. Estas receta de “tortillitas” con grandes comillas es lo más humanamente cercano que podemos acercarnos a el purete, esa tortillita crocante y sabrosa que sólo se enaltece al sumergirse en una rica sopa como ésta.
No esperes el mismo resultado que la tortilla decadentemente aceitosa del mercadito, porque no es y nunca va a ser igual. No son como las tortillitas de mi mamá, del comedor del barrio ni de recuerdo de infancia. Pero hacen bien, son deliciosas y lo mejor, se pueden comer en cantidades industriales, sin miedo a perder la cuenta y sin necesidad de sumergirse en un río de jaguareté kaa a la media hora.
No son ni serán tortillitas Imprimir
10 mins
30 mins
40 mins
- 1 zucchini grande
- 1 zanahoria
- 1 papa mediana
- ½ mazo de perejil
- ½ mazo de cebollita
- 2 huevos
- Media taza de harina
- 50 ml de leche descremada
- 150 gramos de queso descremado
- Rallar en la procesadora o con un rallador el queso, el zucchini, la zanahoria y la papa.
- En un bowl batir los huevos y de a poco ir agregando la leche hasta mezclar bien.
- Añadir la harina sin dejar de mezclar tratando de que no se formen grumos.
- Agregar las verduras y el queso y mezclar bien. Condimentar con un poco de sal.
- Calentar durante dos minutos una sartén plana y cubrir con rocío vegetal.
- Con una cuchara para medir el tamaño de las tortillas, ir colocando la mezcla sobre la sartén, evitando que las tortillas se toquen entre sí.
- Ahora, paciencia hasta que se doren por completo de un lado (unos 7 minutos más o menos dependiendo de la intensidad de la hornalla)
- Con una espátula, dar vuelta cuidadosamente cada tortilla y aplastarlas con la espátula para que queden más finitas.
- De nuevo, esperar a que se doren bien. Servir inmediatamente, o para mí son aún más ricas si se preparan con antelación y justo antes de comer se les da un toque de horno para que queden aún más crocantes.