Siempre fui una malabarista de circo, pero después del nacimiento de Aurora me cambiaron las pelotas por sierras eléctricas, me vendaron los ojos y los malabares tuve que empezar a hacerlos saltando en un pie desde la punta de un edificio de treinta pisos. Estos energy bites, primos fit de los clásicos y chocolatosos brigadeiros, no tienen azúcar agregada ni harinas, están llenos de montón de grasas buenas, y encima no necesitan cocinarse. El alimento perfecto para una mujer moderna que intenta hacerlo todo (e igual falla siempre).
El día que empecé a tener las contracciones que anunciaban la inminente llegada del nuevo miembro de la familia hice ejercicio como cualquier otro día. Hoy, nueve meses después, todavía no logro volver a una rutina por más de que lo intente una y otra vez. No se da.
El poco tiempo que me queda para ser yo, pura y absolutamente Maria José, quiero dormir. O mirar mi celular. O contemplar el vacío en toalla con el aire prendido.
Las mujeres sin hijos te refriegan su espontánea libertad, las madres full time su dedicación e instinto natural, las trabajadoras su independencia, las del Instagram el como lo hacen todo bien vestidas fabulosamente tomando un latte a las 11 de la mañana. Mientras vos, en un rodete mal hecho con una mano y la primera remera limpia del lavarropas, lo hacés todo a medias. Lo mejor que te sale. Mal, bajo los estándares de todas esas mujeres.
No hay tiempo para ser la mejor madre, amiga, esposa, trabajadora, estudiante, persona. No sé si a los hombres se les exige tanto. No sé si se les exigiría tanto si fuesen ellos los encargados de traer vida al mundo.
Necesito sacarme la eterna frustración y culpa por no lograrlo todo. Quiero buscar el balance, pero sé que nunca lo voy a encontrar porque NO existe. Las redes sociales son una versión editada de la vida real. Nadie comparte sus peores selfies, la comida que se quemó, la casa sucia, el bebé pirevai y la pelea ridícula con el esposo antes de salir.
No está mal mostrar el mejor lado de cada uno, pero sí está mal creer que la realidad es eso. Y sentirse culpable por quedarse en casa con el bebé, ir a trabajar, salir a tomar una cerveza o tener un mal día.
La vida sin filtros, sin cortes, sin sponsors no tiene likes. Pero los likes no equivalen a la verdadera felicidad. Y me repito esto hasta el infinito mientras me como mis palabras, deseando tenerlo todo sabiendo que todo es nada. Que aunque lo haga y tenga todo, nunca será suficiente.
Ojalá, quizás, tal vez, el lunes que viene empiece el gimnasio. Y si no, siempre tendré el martes. O bueno, la semana que viene. Se hace lo que se puede.
Mocha brownie energy bites Imprimir
20 mins
20 mins
- ¼ de taza de semillas de lino
- 1 taza de almendras
- 1 taza de avena instantánea
- ¼ de taza de cacao puro (sin azúcar agregada)
- 1 cuchara sopera de café instantáneo
- Una pizca de sal
- 2 cucharas soperas de mantequilla de almendras (o maní)
- 3 cucharas soperas de miel negra
- 1 banana bien madura
- Un chorrito de edulcorante (opcional)
- ¼ de taza de chips de chocolate amargo (opcional)
- Procesar las semillas de lino en una procesadora durante unos minutos hasta que empiecen a desintegrarse. Tener un poco de paciencia ya que dependiendo de la potencia de la procesadora este proceso puede tardar más o menos.
- Agregar las almendras y procesar hasta que quede como una harina gruesa, durante un minuto aproximadamente. Añadir la avena y volver a procesar hasta que todo se vea integrado y molido.
- Introducir el cacao, café, miel negra, mantequilla de almendras y edulcorante a la procesadora y dejar que se mezclen bien los ingredientes. Si es necesario, utilizar una espátula para despegar de los bordes.
- Por último, agregar la banana y procesar de nuevo. Ayudarse una vez más con espátula si fuese necesario.
- Retirar la masa de la procesadora y colocar en un bowl. Agregar los chips de chocolate y mezclar con las manos húmedas.
- Formar pequeñas bolitas. Refrigerar inmediatamente o guardar en el freezer hasta un mes.