Estos rolls de canela son tan celestialmente maravillosos que no encuentro palabras que hagan justicia a su sabor y majestuosidad. Su esponjosidad es solo comparable a una nube cargada de agua y sus aromas hipnotizantes a manteca derretida y canela impregnan la casa entera por horas.
El COVID-19 despertó una generación de nuevos cocineros. Desde los que hornearon pan de banana, batieron café espumoso, los nuevos gurúes de la masa madre (como Juanma, el nuevo rey de los aireados panes de campo de corteza crocante), los que hirvieron un huevo por primera vez sin incendiar la cocina, y los que, como yo, se animaron a tantear recetas intimidantes con incontables ingredientes, confusas técnicas y tiempos de espera de consultorio médico.
Perder el respeto a la cocina es crucial; ser maleducado, creativo, equivocarse y volverse a equivocar es la única regla escrita en piedra al momento de emprender la aventura de prender el fuego y mezclar ingredientes.
No saber agarrar el cuchillo, no armar el roll perfecto de sushi, ponerle dos, tres ingredientes de más a una receta clásica, adueñarse y dar todo vuelta; eso es cocinar.
La comida puede quemarse, quedar muy salada, desarmarse, es parte del proceso. El pan que no leva y la galletita que se desploma en el horno son solo un paso del camino a la perfección. Perfección que se mide en nivel de satisfacción tras el primer bocado, no según palabras textuales y mandamientos rígidos de viejos libros de grandes cocineros.
Soy una cocinera de mi casa, y me gustaría siempre ser así. Los puristas a veces son los peores enemigos de la democratización de la cocina. Yo creo en una cocina para todos, fácil, desestructurada; donde las reglas pueden flexibilizarse y puede cambiarse el “así no se hace” por “esta es MI forma de hacer”.
Al final, cocinar es supervivencia. Quizás hubiésemos sido mejores adultos si en vez de hacernos repetir de memoria los departamentos y sus capitales, nos hubiesen enseñado a preparar un guiso colorido o una nutritiva sopa de porotos. Más felices, de seguro.
P.D: Estos rolls de canela están en mi lista de pendientes desde que nos dijeron que nos quedemos en casa. Por fin le gané al miedo y a la pereza, y prometo que vale la pena el esfuerzo. ¡Gracias Plaza Hogar por seguir colaborando con el blog!
Rolls de canela Imprimir
120 mins
20 mins
Dos horas 20 minutos
- ¾ taza de leche tibia
- 1 y ½ cucharas soperas de levadura seca
- Un huevo y una yema
- 50 gr de manteca derretida
- ¼ taza de azúcar blanca
- 3 tazas de harina 0000
- Media cucharita de sal
- ⅔ taza de azúcar morena
- Dos cucharas soperas de canela en polvo
- 40 gr de manteca a temperatura ambiente
- 50 gr de queso crema a temperatura ambiente
- 3 cucharas soperas de manteca a temperatura ambiente
- ½ taza de azúcar impalpable
- Un chorrito de esencia de vainilla
- Mezclar la leche tibia (no debe quemar, solo sentirse calentita) con la levadura, huevos y manteca hasta que se integren. Tanto los huevos como la manteca deben estar a temperatura ambiente. Podés hacerlo a mano o con batidora eléctrica.
- De a poco ir agregando la sal y harina con una cuchara hasta que se vaya formando una masa pegajosa. Mezclar bien.
- Enharinar una superficie limpia y empezar a amasar la masa. Si está muy pegajosa, se puede agregar harina de a cucharitas. Amasar durante 8 a 10 minutos hasta obtener una masa suave que no se pegue a las manos.
- Colocar la masa en un recipiente aceitado y tapar con un trapo. Colocar en un sitio calentito (como el horno apagado) durante una hora y media o hasta que duplique su tamaño.
- Una vez levada la masa estirar sobre una superficie enharinada hasta formar un rectángulo. Si la masa levó en la heladera, esperar 5 a 10 minutos a que vuelva a temperatura ambiente antes de estirar.
- Untar manteca a temperatura ambiente con un pincel sobre la masa, dejando un pequeño margen en los bordes.
- En un recipiente pequeño, mezclar el azúcar moreno con la canela. Espolvorear esta mezcla sobre la masa enmantecada, masajeando un poco para que se pegue bien.
- Enrollar la masa con cuidado y de la forma más pareja posible, lo ideal es no aplastar pero que quede bien compacta.
- Cortar las esquinas para que queden parejas. Con un cortador de panadero o hilo partir al medio. Luego volver a partir al medio hasta que queden ocho piezas parejas.
- Colocar los rolls en un recipiente enmantecado, dejando espacio entre cada uno para que vuelvan a crecer. Cubrir con un trapo o plástico y guardar en un lugar tibio durante 45 minutos hasta que vuelvan a levar.
- Precalentar el horno a 180 grados. Cocinar los rolls durante 20 a 25 minutos aproximadamente. Lo ideal es sacarlos del horno lo antes posible para que queden ultra blanditos y esponjosos. Dejar que se enfríen antes 5 minutos antes de ponerles frosting.
- Para hacer el frosting, batir con mucha energía el queso crema, la manteca, la vainilla y el azúcar impalpable hasta obtener una mezcla homogénea. Para servir, untar cada roll con el frosting y disfrutar.