Cookies con canela (Snickerdoodles)

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Temí que como los recuerdos que uno va romantizando y ficcionando con el pasar del tiempo, mi memoria de las cookies con canela fuera algo imposible de replicar. Su sabor y aroma tienen una carga emotiva tan fuerte, que cuando probé el primer bocado instantáneamente viajé a una siesta calurosa allá por el 2005.

En secundaria una profesora del colegio comenzó un pequeño negocio de venta de cookies. Hasta ese entonces nunca había comido una galletita así; blandita, rebosante de chocolate, con una masa mantecosa que casi se derretía al meter a la boca. Todos los días preparaba unos quince paquetes de las de chips de chocolate (las favoritas de todo el mundo) y solo algunos paquetes de las cookies de canela.

Terminé el colegio y las cookies dejaron de existir poco tiempo después.

Mis horas de almuerzo en ese entonces transcurrían bajo la sombra de un árbol de mango al costado de la cancha de básquet. Con mis amigos, los eternos inadaptados, nos sentábamos casi en ronda compartiendo tuppers traídos de casa y sándwiches de milanesa comprados del kiosko de Fabiola.

Entre ñoquis recalentados al microondas, las comidas alemanas raras de Otto que nadie se animaba a probar, mandarinas y varias versiones de sándwiches de atún transcurría esa media hora, pero no terminaba sin antes hacer una vaquita (o pedirle prestada plata a Leche) para comprar dos paquetes de las celestiales Cookies con Cariño.

El resto de mis recuerdos de esos momentos son una lista de anécdotas; cuando William y Stephen se pelearon, Howard Lee tocando In the Club de 50 cent en el violín, escondernos con Tate a fumar en el baño del vestuario, cuando Lizzie perdió la grabadora de la clase de Guaraní y no almorzó un año para pagar ella sin que su mamá se entere, ir con Nat a la sala de computación a jugar en AddictingGames.com.

Todos esos recuerdos se encapsulan hoy en esta galletita. No quiero volver a la adolescencia, pero qué difícil es crecer. Por suerte esta cookie hizo que mi día sea más soportable.

P.D. En medio de esta búsqueda y consiguiente introspección, descubrí que las cookies tenían nombre, se llaman Snickerdoodles. Qué loco. Gracias Mrs. Krummel. 

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Tiempo de preparación
45 mins
Tiempo de cocción
10 mins
Tiempo total
55 mins
Precio: $
Dificultad: Fácil
Porciones: 20 galletitas
Ingredientes:
  • 200 gramos de manteca sin sal
  • 1.5 tazas de azúcar blanca
  • 2 huevos
  • Un chorrito de esencia de vainilla
  • 3 tazas de harina 0000
  • Jugo de medio limón
  • Una cucharita de bicarbonato de sodio
  • Una pizca de sal
Para la mezcla de azúcar y canela
  • ¼ taza de azúcar
  • 4 cucharas soperas de canela molida
¿Qué hago?
  1. Batir la manteca con el azúcar hasta lograr una mezcla cremosa. Esto es más fácil si la temperatura está a temperatura ambiente, pero no derretida, porque cambiaría la textura de la galletita.
  2. Agregar los huevos, la esencia de vainilla y el jugo de limón. Seguir batiendo hasta obtener una mezcla homogénea.
  3. Tamizar la harina en un bowl y agregar la sal y el bicarbonato y mezclar bien. De a poco agregar esta mezcla de secos a la mezcla inicial de manteca, azúcar y huevos. No dejar de batir hasta que todos los ingredientes estén integrados y obtengamos una masa suave.
  4. Dejar reposar la masa durante media hora en la heladera. Este paso es súper importante para poder manipular las galletitas y que no se deformen al cocinar.
  5. Precalentar el horno a 180 grados. Retirar la masa de la heladera. En un plato, mezclar la canela y el azúcar. Formar galletitas con las manos y cubrir con la mezcla de azúcar y canela apretando con los dedos para que se adhiera bien.
  6. Cocinar 9/10 minutos en el horno. Retirar aunque parezcan un poco crudas y dejar descansar sobre una rejilla unos minutos hasta que se enfríen.
  7. Conservar en un recipiente hermético.

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