Hoy me desperté de buen humor, hasta que tuve que cocinar esta tarta.
La bendita tarta nació ya complicada. Es una receta especial para uno de mis colaboradores (Te amo Kitchenaid) y mi primera idea fue hacer unas mantecas saborizadas, pero ellos sugirieron que cocine algo dulce, que como algunos sabrán, es un poco mi punto débil. Con mucho entusiasmo, decidí hacer una carrot cake, olvidándome por completo que ya cociné antes una carrot cake en el blog.
Pensé y pensé, qué puedo hacer que ya no haya hecho, algo rico, relativamente sencillo y que saque a relucir mi batidora Ferrari. Pensé, miré Pinterest, scrolleé Instagram mucho más tiempo del necesario y se me vino un antojo a la mente: la épicamente deliciosa tarta de ricota y chocolate de Old Germany. Esa era, esa era la receta que estaba buscando.
Paso uno, comprar una tarta de Old Germany como parte del estudio científico. Es cremosa, no muy dulce, con el toque justo de chocolate, una cosa de locos. Ahora, ¿cómo haría para hacer algo medianamente similar?
Empecé a investigar en Internet, y encontré un montón de recetas, todas distintas y con cosas que me gustaban y otras que no tanto. Escribí en un cuaderno mi versión y me puse manos a la obra. Ni siquiera estaba Awi en casa, así que tendría todo el tiempo del mundo para hacer fotos hermosas y cocinar con un poco de paz.
Grabando historias, todo hermoso. Meto la tarta al horno y me doy cuenta. Nunca le puse polvo de hornear. El desastre era inminente. Me dije a mi misma que capaz zafaba, que podía sacarle igual una foto y escribir nomás la receta correcta.
El polvo de hornear no era el único problema. La ricota que compré no era la mejor, le puse demasiada manteca, el chocolate se quemó un poco, y como si no fuera suficiente, saqué del horno antes de tiempo, dejándome cara a cara con una tarta gomosa y dura como una piedra.
De todas formas voy a hacerle la foto, pensé. Intenté hacer una de esas fotos con el azúcar impalpable volando en acción y salieron todas borrosas, un desastre. Dije, bueno, corto un pedazo y se va a ver bien. Se veía terrible. Tan terrible que hasta sentí vergüenza de mi fracaso tarteril.
Derrotada, volví al súper y mañana me despertaré temprano a cocinar la bendita tarta, esperando no volver a fallar tan catastróficamente. Si este post sale a la luz, significa que algo salió.
P.D. Salió. Demasiado bien. Estoy orgullosa. Y ahora ya ni siquiera necesita polvo de hornear la receta.
Tarta de ricota y chocolate Imprimir
15 mins
40 mins
55 mins
- 200 gr de galletitas de chocolate
- 100 gr de manteca
- Ralladura de una naranja
- 500 gr de ricota fresca
- Una taza de azúcar
- Dos cucharas de almidón de maíz
- Una cucharita de esencia de vainilla
- Dos huevos
- 100 gr de chispas de chocolate
- Precalentar el horno a 180 grados y enmantecar un molde para tarta.
- Procesar las galletitas hasta que queden un polvo grueso. Derretir la manteca y mezclar con las galletitas y la ralladura de naranja.
- Cubrir el molde para tarta con la mezcla de galletitas hasta cubrir. Presionar bien con una cuchara o las manos para que se compacte. Guardar en la heladera.
- Con una batidora eléctrica, combinar la ricota, azúcar y almidón y batir hasta que quede una mezcla bien cremosa.
- Agregar los huevos y la esencia de vainilla y continuar batiendo unos minutos hasta integrar bien y que no queden grumos.
- Añadir las chispas de chocolate y mezclar con una espátula.
- Colocar la mezcla sobre la corteza de galletitas. Golpear contra la mesa para evitar que se formen burbujas y lograr una cocción más uniforme.
- Cocinar en el horno aproximadamente 40 minutos, o hasta que la ricota esté firme y apenas tostada.
- Esperar que se enfríe completamente antes de desmoldar. Conservar en la heladera.