Walking contradiction. Me siento una mentirosa, falsa, caradura, una hipócrita. Una soldada caída del feminismo, una desertora de la celebración del amor propio, una traidora a la auto-aceptación y el envejecimiento normalizado. ¿Es tan grave haberme puesto bótox en la cara? ¿Qué lo que tanto? Todo el mundo nio se hace, ¿verdad?
Me siento mala influencia, porque no quiero que nadie sienta que necesita bótox para verse “mejor”. Lo contradictorio es que sí siento que me veo mejor. ¿Pero qué es mejor? ¿Por qué me tengo que ver de 20 si tengo 30? Aunque no recomiende explícitamente, si cuento mi experiencia, puedo influir indirectamente. Me van a preguntar dónde, con quién, si me dolió y si estoy contenta.
No quiero ser una persona que normalice alterarse para cumplir con estándares capitalistas de belleza. Pero hace años que me tiño el pelo, depilo las cejas y hago tratamientos faciales.
¿Dónde se dibuja la vara de hasta dónde es aceptable modificarse por fines estéticos, aunque sea para uno mismo? ¿Existe realmente el para uno mismo o estamos cumpliendo la imposición implícita de mantenernos eternamente flacas y jóvenes?
No quería contar, pero si no cuento, estoy mintiendo. No me veo así solo por la alimentación, el skin care y la genética. Me veo así porque me inyecté veneno en la cara para que se vea así.
¿La omisión es mentira? ¿Cómo soy real si ni siquiera puedo aceptar mi reflejo en el espejo, con sus décadas de arrugas, pucho y sol? ¿Soy más real si admito que no me acepto y cambio lo que no me gusta de mí misma? ¿Si busco mi mejor versión? ¿Mejor según quién? Si cuento, no aporto nada. Si no cuento, tampoco.
Estoy feliz, y decepcionada de mí misma. Me veo bien, pero no sé si por dentro. Tengo ganas de escribir sobre esto y a la vez pienso, dios mío qué boluda.
Albóndigas veggie de garbanzos Imprimir
20 mins
25 mins
55 mins
- Una lata de garbanzos
- Un diente de ajo
- Media cebolla
- Una cuchara sopera de mostaza Natura
- Una cuchara sopera de pimentón
- Medio mazo de perejil picado
- Tres cucharas soperas de harina de garbanzos (de trigo en su defecto)
- Pisar los garbanzos en lata bien escurridos con pisapapas o tenedor hasta que no queden garbanzos enteros. Hacerlo de esta manera y no en procesadora da una textura más firme a las albóndigas.
- Agregar ajo y cebolla picados súper finos. Condimentar con pimentón, mostaza, sal y pimienta.
- Añadir la harina de garbanzos y el perejil picado y mezclar bien con las manos. Formar pequeñas bolitas y dejar reposar unos 15 minutos en la heladera.
- Cocinar a la plancha con aceite o en el horno precalentado hasta dorar bien, aproximadamente 20 minutos. Servir con fideos, arroz, en un sándwich o como más te guste.