Nunca más dije no sé, aunque aún hoy siga sin saber todo lo que me gustaría.
Siempre estas fechas me ponen reflexiva; a menos de un mes del quinto aniversario del blog, miro atrás y desconozco a la Maria José que empezó a escribir una vez por semana un diario para las 120 personas que tenía en Facebook. Una vestuarista de oficio, que amaba cocinar, perdida y desmotivada, que no creía en sí misma, empezó un blog porque si no empezaba, explotaba.
Mi vida entonces era más simple, pero llena de excusas para no hacer lo que realmente quería. ¿Quién va a querer ver una receta que yo publique? Ni siquiera sé cocinar de verdad. ¿Quién va a leer un blog sobre mi intrascendente pasar por esta vida? ¿Cómo voy a empezar algo tan grande desde cero yo sola?
Cuando arranqué no sabía retocar fotos, armar una web, manejar redes sociales, preparar un presupuesto, grabar un video, dictar un taller, negociar con clientes, diseñar, ni siquiera hablar con propiedad. Creía en cualquiera menos en mí.
Con el tiempo, supe hacer todo eso que parecía imposible. No saber me motivó a cambiar, a crecer, a madurar. ¿El costo? Frustración, horas de llanto, ganas de rendirme, autoestima destrozada.
Pero aprendí que diciendo “no sé” sólo me tiraba para abajo, porque no saber lo que estaba haciendo no tenía por qué definirme. Nadie sabe lo que está haciendo, nadie sabe qué pasa después. Escudarse en no saber para no hacer es rendirse antes de empezar.
No saber es tener un mundo de posibilidades a los pies, es una oportunidad para crecer. El que ya sabe todo se estanca; el movimiento empieza desde la búsqueda de develar un incierto, de enfrentarse a lo desconocido sin mirar atrás.
Hoy quizás no sé mucho más que antes, probablemente nunca vaya a saber tanto como querría. Siempre va a haber alguien mejor, que ya sabe un poco más.
No recuerdo quién fue el filósofo que dijo que solo sabía que no sabía nada; y casi casi cinco años después, le admiro y agradezco a la Maria José del 2017 que no sabía, pero no se frenó por eso.
No sé cómo continúa esta historia, sólo sé que ya no tengo miedo.
Brie al horno con mermelada de frutos rojos Imprimir
15 min
15 min
15 mins
- Una porción de queso brie
- Media taza de frutos rojos congelados
- Una cuchara sopera de azúcar morena
- Una medida de vodka
- Nueces mariposa
- Nueces pecan o las que tengas a mano
- Hojitas de romero para decorar
- Colocar el queso entero en un recipiente apto para horno y cocinar durante 15 minutos a 180 grados hasta que se derrita por dentro.
- Mientras tanto, colocar las nueces en una sartén a fuego bajo y tostar hasta que queden apenas doradas. Reservar.
- En otra sartén u olla pequeña, mezclar los frutos rojos con el azúcar y vodka. Revolver y cocinar a fuego bajo hasta que quede una textura de mermelada ligera.
- Servir el queso caliente con las nueces y mermelada por encima, decorado con unas hojitas de romero y acompañado de un rico pan crocante.