Ya va hablar, dale tiempo, ¿no habla todavía?, pero esa nena ya debería hablar, los niños de dos años deberían decir frases y 100 palabras, que simpático como habla, deberías estimularle más, espera nomás que empiece a hablar, ¿cuantas palabras dice?, ¿ya le hiciste algún estudio?, capaz tenga algún trastorno, tu papá tardó luego en hablar. Y así. Sin. Parar.
Awi empezó a hablar a tiempo y de pronto se detuvo. Mamá, papá, agua. Silencio. Mientras tanto, los hijos de mis amigas parloteando como loros, y ella callada. Feliz, cariñosa, activa, pero callada. Al principio tomé su silencio por timidez, incluso haraganería. Pero de pronto, ya había pasado demasiado tiempo.
Estudios van, estudios vienen. Un día de abril tuvimos que despertarnos a las tres de la mañana porque tenía que estar profundamente dormida a las diez para un estudio de oído. No sé cómo, pero lo logramos. Ella lo logró. Y así, fisiatra, neuróloga, otorrino. Todos los estudios positivos hasta ahora. Por suerte.
Hace meses empezamos con estimulación temprana y fonoaudiología. Con pandemia y todo, vestidas como astronautas, Ale y Sara llegaron a casa a ayudar. Y el cambio se siente. Quizás para mí, que estoy todo el día, la evolución es lenta, cansadora. Pero recuerdo cuando empezamos, Ale me dijo “celebremos cada palabra, cada sonido” y así, quise llorar de la emoción cuando le escuché decir “agua sucia” y “aquí está”.
Nunca pude evitar sentir que tengo alguna culpa en todo esto. Porque empezó a ver tele demasiado chica, porque la tablet me permite trabajar, pero le licua las neuronas. Estoy todo el día en casa, pero no estoy todo el día para ella. Me canso. Estoy ocupada. Quiero vivir también yo un poco.
A veces hasta me hace cuestionar si fue lo correcto ser madre. Tengo todo el amor del mundo para dar. Pero ¿tiempo? ¿paciencia? ¿capacidad? ¿instinto? No sé.
¿Se merece esta niña tan increíble una mamá como yo?
Exponer mi maternidad me hace sentir extraña, porque no quiero darle la oportunidad y lugar a la opinión de ningún desconocido, pero a la vez necesito sacarme esto de adentro. Me hace sentir menos sola cuando leo que alguien pasa por lo mismo.
El camino es largo. Es duro, me duele. Pero soy mejor al dejarme sentír en palabras, aunque no sea perfecto, con filtros ni de gusto leer. Sé que todo es cuestión de tiempo, pero a veces parece que nunca pasa la hora, el día, la semana, el mes.
Wraps de harina de lino con mayo de kimchi Imprimir
20 mins
10 mins
20 mins
Para los wraps
- Una taza y media de harina de linaza
- Una taza de agua hirviendo
- Una cuchara de pimentón
- Una cuchara de ajo en polvo
- Una cuchara de sal
Para el relleno
- Un aguacate
- Un limón
- Una zanahoria
- Un repollo morado
- Un tomate
- Una taza de porotos hervidos
Para la mayo de kimchi
- Un huevo
- Una taza de aceite
- Un diente de ajo
- Dos cucharas soperas de kimchi
- Una pizca de sal
- Mezclar en un bol la harina, pimentón, ajo en polvo y sal. Agregar el agua caliente y mezclar con una cuchara de madera hasta integrar y formar una masa pegajosa. Dejar descansar cinco minutos.
- Mientras tanto, cortar las verduras. Rallar la zanahoria y el repollo, cortar el aguacate en rodajas y rocíar con limón, y cortar el tomate en cubitos. Reservar.
- Para la mayonesa de kimchi, romper el huevo a temperatura ambiente en un recipiente con altura. Con un mixer, hacer la mayonesa echando el aceite de a poquito por un costado del recipiente hasta que emulsione. Agregar el ajo, sal y kimchi y mixar hasta obtener la consistencia deseada.
- Formar bolitas de masa del tamaño de una pelota de ping pong. Cortar una bolsa de plástico en dos cuadrados medianos. Sobre la mesada, colocar la masa sobre una de las bolsas y tapar con la segunda. Ahora, aplastar con las manos hasta formar una tortilla.
- La técnica de las bolsas asegura que la masa no se pegue a las manos y que se despegue fácilmente para cocinar. Despegar directamente sobre la sartén para que no se rompa.
- Cocinar en una sartén apenas aceitada durante un minuto y medio por lado aproximadamente.
- Armar los wraps con las verduras y condimentar con la mayo de kimchi. Las tortillas pueden guardarse en la heladera hasta una semana en un recipiente hermético.