Amo más ir al supermercado que a comprar ropa (casi). Este delicado spaghetti perfumado sale de mi cocina para celebrar unas coles de bruselas nacionales que compré a tan buen precio en el súper la semana pasada que creo que lloré de la emoción. Necesitaba un plato simple y rápido que deje a estos mini repollos explosivos en primer plano. Spaghetti, manteca, ajo, parmesano… El resto es historia.
En Paraguay, a cualquier persona amiga de nuestros padres o incluso papá de nuestro amigo se le dice tío. No sé si será reflejo de nuestra intrínseca hospitalidad o nuestra manera de formar una familia guasu con cualquiera al que tengamos aprecio.
Es una tradición extraña pero hermosa, tanto así que mi tía favorita, mi madrina, mi segunda mamá, mi Tía Teresa, no es la hermana sino la mejor amiga de infancia de mi mamá. Ella, sin querer queriendo, es responsable de que hoy encuentre un placer inexplicable recorriendo los pasillos del súper en búsqueda de delicatesen y buenos precios.
Mi mejor recuerdo de supermercado pasó en realidad afuera de uno, en el estacionamiento de La Negrita, en el Mazda 323 blanco de mi tía a mediados de los noventa. Mientras ella se bajó un minutito a comprar algo, mi hermano, mis dos primas menores y yo, quedamos en el auto con las ventanillas y el techo abierto. Total, era un minutito.
Mientras mi tía quedó ensimismada por alguna promoción, el cielo se puso negro y los gotones de lluvia empezaron a mojar los asientos del auto. La lluvia se hacía cada vez más intensa, pero no había señal alguna de mi tía. Nosotros, niños de siete años sin noción alguna del tiempo, empezamos a llorar pensando que habíamos sido abandonados a nuestra merced ante la tormenta.
Pronto las chiperas y empaquetadores del súper se percataron del llanto intenso que provenía del auto blanco y decidieron que lo mejor era sacarnos de ahí y resguardarnos bajo techo hasta que vuelva mi tía de su aventura de ofertas irresistibles.
Mientras tanto, lo único que pensaba yo entre lagrimones era que por favor no me quería ir a vivir a la casa de la chipera. Habrá sido una cuestión de minutos y pronto mi tía volvió y bueno, eso es todo lo que recuerdo de esta memoria aleatoria que tengo guardada en el fondo del subconsciente.
Gracias tía, por los recuerdos y el heredado gusto por las compras gastronómicas.
P.D. Si no encontrás las coles frescas o están a un precio astronómico, las congeladas no son iguales, pero cumplen el cometido. Podes sustituir por brócoli también.
Spaghetti al ajo con coles de bruselas y porotos manteca Imprimir
5 mins
40 mins
45 mins
- Medio paquete de spaghetti
- 200 grs de coles de bruselas
- 100 gramos de porotos manteca
- 2 dientes de ajo
- 100 gramos de manteca
- Un chorrito de aceite común
- 100 gramos de queso parmesano
- Un ají picante
- Sal y pimienta
- Hervir los porotos manteca hasta que estén blandos, dependiendo del poroto esto podría tardar desde 30 a 60 minutos. También pueden usarse alubias enlatadas para ahorrar tiempo.
- Poner a hervir una olla con agua y un puñado de sal. Cocinar los fideos el tiempo que indique el paquete. Colar y reservar un poquito del agua de cocción. Agregar una cuchara de manteca para que no se peguen mientras está lista la salsa.
- Calentar el resto de la manteca en una sartén o wok, agregando apenas aceite para que la manteca no se queme.
- Colocar las coles en la sartén evitando que se encimen y sin moverlas demasiado para que se doren un poco. Después de dos minutos, remover la sartén para que se cubran de la manteca.
- Agregar el ajo cortado bien fino sin dejar de remover la sartén y salpimentar.
- Dos minutos después agregar el poroto manteca. Revolver y agregar el ají picado fino. Por último anhadir el agua de cocción de los fideos y cocinar hasta que apenas se evapore.
- Mezclar los fideos con la salsa. Servir en el momento espolvoreado con pimienta y queso parmesano.
