¿No les pasa cuando están mucho fuera de casa comiendo rápido y al paso que sueñan con los platos más simples y poco valorados de la cocina casera? Yo, que estoy de rodaje eterno hace dos días, me aseguré de cenar un celestial plato de arroz kesu para curar de antemano el techagau que me provoca comer en la calle. Este spaghetti aglio e olio podría haber logrado el mismo resultado.
En la casa de mi mamá nunca comimos mucho fideo, por eso esta receta me recuerda a las primeras veces que me dejaron quedar a dormir en lo de mis amigas, mucho antes del Y2K. Con Eli, mi primera y más antigua mejor amiga, tenemos de esas amistades que estamos seis meses sin vernos, pero nos volvemos a encontrar y el tiempo parece haberse congelado en el 2004.
En mi tumultuosa adolescencia, su casa era mi casa; donde cometí todas las locuras y ocurrencias dignas de la edad, desde robar un cuasi y quedarnos sin batería en el shopping hasta vestirle a su perro con su ropa de bebé. Nunca había una noche aburrida en la esquina de Del Maestro y Dr. Weiss.
Aparte, bife, milanesa o nuggets de pollo con spaghetti a la manteca con mucho queso rallado por encima eran siempre el menú estrella en lo de Eli. En horario yanqui, a eso de las seis de la tarde, su abuela, ella y yo nos sentábamos en la gran mesa al lado de la escalera, a disfrutar de un momento que en mi casa nunca existió, porque siempre cada uno cenó a la hora que quería dónde quería.
También me recuerda a ella esta receta porque estoy segura que le va a encantar.
El único secreto del spaghetti aglio e olio es usar ingredientes de la mejor calidad que puedas encontrar. Ahí está la única diferencia entre un fideo a la manteca común y corriente y un plato que te produce esa sensación de calorcito en la panza que conecta directo con el corazón.
Imagino este plato con un huevo frito con la yema todavía blanda por encima, romperla despacito con un tenedor y dejar que el jugo de la yema bañe los fideos con su glorioso sabor. Bueno, me antojé ya. Nos vimos.
Spaghetti aglio e olio Imprimir
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- Medio paquete de spaghetti
- Cinco cucharas soperas de aceite de oliva
- Un diente de ajo grande
- Medio mazo de perejil
- Una cucharita de ají molido
- Queso parmesano a gusto
- Poner a hervir una olla grande de agua con un puño de sal. Éste es el único momento donde daremos sabor a la pasta, por lo que es importante ponerle bastante sal. Una vez que el agua rompe hervor, cocinar el spaghetti según indique el envase.
- Sin prender el fuego, colocar aceite de oliva en una sartén. Picar el ajo bien fino y colocar en el aceite. Prender el fuego y cocinar dos minutos hasta que el ajo empiece apenas a tomar color. Apagar y dejar reposar mientras están los fideos.
- Una vez que los fideos están listos, drenar el agua y agregar el aceite con ajo. Picar el perejil bien fino y mezclar. Espolvorear con ají molido y queso parmesano a gusto.
