Estoy harta de los cuerpos de verano. Cuerpos de bikini. Cuerpos inalcanzables promovidos violentamente con el único propósito de hacernos sentir que no pertenecemos, que el cuerpo que ocupamos no es el correcto, obligándonos a luchar contra nosotras mismas, embarrando por el piso nuestra autoestima y nuestro amor propio.
Yo también, incluso en este espacio, fui culpable de usar frases como “llegar al verano” y “el cuerpo de verano se hace en invierno”, generando en mí y seguramente en otras personas, una sensación de derrota cada 21 de diciembre, cuando el temido verano hace su aparición y el cuerpo que la norma rige no lo tiene nadie.
Hace poco decidí dejar de castigarle a mi cuerpo pos-parto por no ser el mismo de antes. ¿Cómo puedo exigirle eso a un cuerpo que dio a luz, que hizo metamorfosis para siempre? Si yo ya no soy la misma, ¿por qué mi cuerpo debería serlo?
Al menos yo, de lo harta, digo basta.
El cuerpo perfecto no existe. Porque todos los cuerpos son perfectos. Porque dejar de comer para alcanzar un estándar impuesto desde arriba nunca será la receta para la felicidad.
Mi cuerpo es perfecto como es; gracias a este cuerpo puedo caminar, bailar, abrazar y un montón de cosas que doy por sentado todos los días. Y tiene estrías, celulitis, y todo lo que el 99% de los cuerpos tiene. Nada de eso lo hace menos hermoso.
Creo en alimentar, nutrir y dar lo mejor que puedo al único cuerpo que voy a ocupar en esta vida. Porque quiero vivir mucho tiempo, de la mejor manera posible. Quiero comer cada día mejor, más natural, más casero, más saludable, porque ahí está la felicidad; en el camino recorrido, no en un verano de fotos posadas en bikini retocadas con Photoshop.
Sinceramente harta. Probablemente cometa mil errores en el proceso, pero prometo de ahora en más promover una vida realmente más saludable, más allá del espejo distorsionado y la moda del momento.
Y repetir una y otra vez, hasta el hartazgo real; todos, todos, todos los cuerpos son perfectos.
Zucchini fries horneadas Imprimir
10 mins
20 mins
30 mins
- Un zucchini grande
- Una cuchara sopera de pimentón
- 100 gramos de harina
- 1 huevo
- 150 gramos de panko
- Cebollita de hoja para decorar
- Sal y pimienta
- Precalentar el horno a 180 grados.
- Cortar el zucchini al medio. Luego volver a cortarlo a la mitad. Con un cuchillo, retirar la parte blanca de las semillas para obtener una textura más crocante. Los restos de zucchini pueden añadirse a una sopa para no desperdiciar.
- Volver a cortar el zucchini en bastones finos. Condimentar con sal, pimienta y pimentón.
- Colocar harina en un bowl. En otro, batir apenas el huevo y colocar en un último bowl el panko.
- Pasar los bastones de zucchini primero por la harina, luego por el huevo y por último por el panko. Colocar en una placa para horno aceitada.
- Cocinar durante 20 minutos o hasta que los bastoncitos empiecen a dorarse. Servir inmediatamente.
