Bendito zapallo. Después de la papa, quizás la verdura más tolerada por los enemigos acérrimos de todo aquello que provenga de los árboles o tenga hojas de alguna índole. Esta sopa de zapallo y jengibre abraza nuestro efímero pero duro invierno y de paso cura todo, hasta la mala conexión a internet.
Podría citar vitaminas, minerales, aminoácidos y todas esas cosas que no sabemos bien qué son para iniciar este post. Aunque hablar de los beneficios de los alimentos tiene un factor abuelístico innegable y el frío me tiene con poncho y 20 cosas encimadas, no sé qué tan abuela me desperté hoy.
En uno de cada tres sábados en el almuerzo familiar, donde mi abuela es cabeza de la mesa, nos encontramos hablando de los nuevos beneficios descubiertos por tal estudio científico de X universidad de tal remoto país. Mientras más hablemos de vitaminas, antioxidantes y curas milagrosas a males incurables, más cerca estamos de despertarnos a las 6 a escuchar AM, tejer y tomar mate.
Pero no, hoy no tengo ganas de hablar de la ciencia del zapallo, si no de todo lo otro que hace que este bendito tronco naranja sea una verdura supercalifragilistiespialidosa.
Tomar sopa de zapallo es viajar de vuelta a la niñez, al primer contacto con la comida sólida, cuando no teníamos ni los dientes, el agarre ni la conciencia para elegir qué llevarnos a la boca. Según me cuentan yo me la pasaba comiendo puré de zapallo o de banana, porque tenía un que otro michelín de más para comer esos purés envasados de sabores exóticos.
Sí, desde así de chica que me cuidan con la comida. Mi mamá hasta ahora me cuenta como el médico desde mis días de mamadera ya me hacía tomar edulcorante. Y eso que eran los 80’s. A los bebés trillenials de hoy probablemente les hagan tomar leche de almendras cultivadas en la India y revisar si es que el teté se preparó con agua de manantial orgánica importada de Francia.
Salí bien por suerte dentro de todo.
Sopa de zapallo y jengibre Imprimir
15 mins
40 mins
55 mins
- 1 cebolla
- 1 cuchara de aceite de oliva
- 1 cuchara de jengibre rallado
- 1 litro de caldo o agua
- 1 zapallo mediano
- ½ taza de leche de coco
- Ají molido
- Perejil o cilantro para decorar
- Cortar de manera horizontal la parte superior del zapallo. Ahuecar con la ayuda de un cuchillo filoso y una cuchara, reservando la pulpa y semillas del zapallo.
- Calentar el aceite en una olla. Cortar la cebolla en pedazos medianos y cocinar a fuego alto durante 3 minutos. Añadir el jengibre y cocinar un minuto más.
- Agregar el zapallo cortado (con semillas y todo) a la olla. Condimentar con sal, pimienta y un poquito de ají. Revolver durante 2 minutos y añadir el caldo o agua.
- Dejar hervir durante por lo menos media hora. Si el líquido se evapora completamente, ir agregando caldo de a media taza.
- Apagar el fuego. Licuar o procesar e incorporar de a poco la leche de coco, reservando un poco para decorar al final.
- Volver a calentar si es necesario. Servir la sopa dentro del zapallo ahuecado con un poquito de leche de coco, unas hojitas de perejil y ají molido.