La cocina no es difícil. Lo difícil es animarse a fallar. Una y otra, y otra, y otra vez. Estas galletitas de sésamo tienen más prueba y error que la teoría de la relatividad, pero son evidencia absoluta de que la cocina sí es para todos, es nada más cuestión de reponerse de las batallas perdidas y seguir probando. Y probando. Y probando.
Hace unos días compré sésamo negro y venía con antojos de unas galletitas dietéticas que compraba mi mamá en los noventas cuando yo todavía estaba en primaria. En la época no existían góndolas colmadas de productos light, fit ni cero, y si eras celiaco, olvídate. N-A-D-A.
A base de aire vivían los alérgicos al gluten del siglo pasado.
La marca de aquellas galletitas crocantes con sésamo de bolsa transparente era Natura Vitae. Hoy creo que ya ni existen. Cómo me gustaban esas galletitas de adultos, apenas dulces. Yo, la niña insoportable, le comía el paquete entero de mil dólares a mi mamá en vez de conformarme con la Rumba o la Ópera. Classic Maria José.
Volviendo a este siglo, cuando tengo este tipo de antojos pero no sé por dónde empezar normalmente recurro a Pinterest, a ver qué ya se hizo, qué combinaciones no se me ocurrieron, qué ingredientes tengo disponibles y así pruebo hasta encontrar la mezcla perfecta del antojo que hasta ese entonces existía solo en mi golosa cabeza.
Y empiezo a cocinar.
Tanda uno, galletitas duras como piedra con el papel manteca pegadas por atrás como si hubiese usado cemento. Tanda dos, me distraigo mirando memes de la serie de Luis Miguel hasta que huelo olor a incendio y me acuerdo de las, ahora carboncitas, que había dejado en el horno.
Tanda tres, vuelvo a ajustar la receta y queda tan líquida que la foto solo daba para una de esas páginas de fails de Pinterest. Para la última tanda quedaba tan poca masa que hice dos galletitas más o menos ricas y me rendí.
Guardé las galletitas falladas en un tupper (porque no sé tirar comida) y me dije a mí misma lo dulce no es lo tuyo, hacé una sopa o algo para la receta de esta semana.
Dos días después, sin la actitud derrotista ni expectativas de ningún tipo de volví a probar una receta distinta, que ajusté dos veces hasta que dije mmm, esta sí es una galletita que vale la pena compartir.
Sésamo, jengibre y un toque de limón; la enseñanza más importante de estas galletitas (además de que están llenas de proteínas, grasas buenas y sabor noventoso) es que no hay que rendirse en la cocina. No se puede mejorar si no se sigue intentando y quemando cosas.
Animate esta semana a desafiarte con una receta nueva. Mientras tanto, yo voy a ver que puedo inventar con las galletitas que no salieron y quedaron relegadas en un triste tupper (sin tapa, obvio.)
Skinny cookies de sésamo, limón y jengibre Imprimir
10 mins
5 mins
15 mins
- 1 taza y media de avena extra fina
- ¼ de taza de sésamo blanco
- ¼ de taza de sésamo negro
- 1 clara de huevo
- 1 cuchara sopera de stevia
- 4 cucharadas soperas de tahini
- ¼ de taza de miel negra
- 1 cucharita de polvo de hornear
- 1 limón
- 1 pedacito de jengibre
- La receta puede hacerse en la procesadora o con una batidora de mano. En ambos casos, lo único importante es seguir el orden de incorporación de los ingredientes.
- Mezclar primeramente los secos; la avena, el polvo de hornear y el sésamo.
- En otro recipiente, batir o procesar el huevo, el tahini, la miel, la stevia, el jugo y ralladura de un limón y el jengibre también rallado.
- De a poco ir agregando los secos a la mezcla, batiendo o procesando hasta obtener una masa homogénea.
- Precalentar el horno a 180 grados.
- Armar bolitas de masa con las manos húmedas y aplastar creando forma de galletitas.
- Cocinar durante 5 a 6 minutos, vigilando dependiendo del horno para que queden suaves y blanditas, o permitiendo que se cocinen un poquito más para que queden crocantes.
- Dejar enfriar y guardar en un recipiente hermético.
- También pueden congelarse por un mes sin perder sabor.