Tuve terror de cumplir 30 hasta que me di cuenta lo increíble que fue no tener más 20.
Con la veintena se fueron las inseguridades sobre quién y por qué soy lo que soy, se fue la necesidad de cumplir con los demás y se fue la vergüenza de decir lo que pienso y vivir como quiero. Todavía no tengo idea qué quiero hacer el resto de mi vida. Pero por fin, 32 años después, dejé de hacerme cada año esa catastrófica pregunta de entrevista de trabajo, “¿dónde te ves en los próximos cinco años?”
No estoy dispuesta a cumplir las reglas que dictamina la sociedad sobre tener treinta. Bueno, treinta y dos. Que no puedo ponerme esto, que tienen que gustarme estas cosas, que tengo que tener la vida armada y todas las metas trazadas. Que tener más de 30 es ser vieja. Que ser vieja significa dejar de ser relevante.
Es como si las mujeres fuésemos descartables. Ah, no, cumplió 40, ya es vieja, ya no tiene el cuerpo/la cara de antes, ya no sirve. Hollywood constantemente nos bombardea esta idea, criticando a las mujeres por su peso, por tener arrugas y por hacerse cirugías. ¿Pero los hombres…? Ah no, ellos son como el vino, se ponen mejor con los años. El problema está en ser mujer y vieja, en dejar de cumplir el ideal de consumo masculino.
A veces me enerva escucharles a mis amigas (perdón chicas) puteando por ser viejas. Les miro asombrada; tan hermosas, tan realizadas, tan buenas madres, profesionales, personas. ¿Hasta qué punto la sociedad de consumo machista puede convencernos que odiemos nuestros cuerpos y gastemos dinero para arreglar problemas que no existen?
Con avisos publicitarios de cremas antiarrugas protagonizadas por mujeres sin arrugas y ads en Instagram que te bombardean con bótox, ácido hialurónico y bichectomías que prometen devolverte hasta la virginidad, la juventud es siempre una batalla perdida. Porque la juventud eterna es inalcanzable. Y aceptar eso es el primer paso para amarnos sin importar la fecha de la cédula.
Por suerte a final de cuentas, tener un poquitito más de celulitis, las patas de gallo más marcadas o la presión constante de tener que hacer mutación a modo señorial pesan mucho menos que el amor que me rodea y la felicidad de cumplir un año más sana y viviendo haciendo lo que amo.
Feliz cumpleaños a mí.
Bruschetta de tomates y aceitunas marinadas Imprimir
10 mins
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- 150 gramos de tomates cherry
- 50 gramos de aceitunas verdes
- Un diente de ajo
- Tres cucharas de aceite de oliva La española
- Una cucharita de vinagre de manzana
- Medio mazo de perejil
- Medio mazo de orégano fresco
- Ralladura de un limón
- Sal y pimienta recién molida
- Queso parmesano
- Cortar los tomates y las aceitunas en mitades. Colocar en un bowl y mezclar con el ajo, perejil y orégano picados bien finos.
- Condimentar con aceite de oliva, vinagre, ralladura de limón, sal y pimienta. Reservar en la heladera por lo menos dos horas antes de consumir.
- Montar sobre tostadas con queso parmesano cortado en lonchas finas, o disfrutar como parte de una picada o guarnición.