Scones; unos pancitos de color dorado, textura suave y aroma a manteca, pensados para el té de las cinco de aseñoradas señoras vestidas de gala para merendar en la sala de sus castillos; damas que hablan lo justo y revuelven el té con la cucharita sin hacer un mínimo sonido.
Yo, más cerca del Palacio de los Bocaditos que del de Windsor, agradezco vivir en estos tiempos actuales, donde tanta pomposidad y recato son recuerdos amarillentos de la juventud robada de nuestras abuelas.
Nunca fui una lady; mi torpeza nunca me permitió ser esa señorita que mi mamá hubiese querido que sea. Siempre con las rodillas raspadas, la ropa sin planchar y un corazón rebelde, hoy soy esta señora maleducadamente educada, porque al final la amabilidad y el respeto son más importantes que la etiqueta.
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20 min
20 min
Una hora 10
- Dos tazas de harina
- 1/4 de taza de azúcar blanca
- Una cuchara de polvo de hornear
- Una cucharita de sal
- 90 gr de manteca fría
- Media taza de crema de leche
- Un huevo
- Un poco de leche para pintar
- Colocar la harina, azúcar, polvo de hornear, sal y manteca en un bol grande. Mezclar usando un amasador o un tenedor hasta que la manteca quede en trocitos pequeños; lo ideal es no tocar mucho con las manos para que la manteca no se derrita.
- En otro bol combinar el huevo y la crema. Batir solo hasta integrar.
- Agregar la crema y el huevo a la mezcla de harina. Mezclar hasta formar una masa, pero amasar solo hasta que no quede harina suelta.
- Estirar con un palo de amasar y cortar en círculos de 4 cm de espesor más o menos. Colocar en una asadera y llevar a la heladera 30 minutos.
- Precalentar el horno a 180 grados. Pintar la superficie de los scones con un poquito de leche.
- Cocinar los scones aproximadamente 20 minutos, hasta que queden dorados por encima. Dejar enfríar sobre una rejilla.
