Alguna vez escuché que dejar el pañal es el último paso de un niño que deja de ser bebé; el fin de una era que se siente interminable mientras dura, pero se esfuma en segundos cuando se mira atrás. Ya nació, mamó, levantó la cabecita, gateó, masticó, caminó, corrió, balbuceó, habló, fue al baño. Se volvió grande.
No sé si cuando Awi nació sentí automáticamente esa sensación mágica de amor instantáneo. Éramos dos extrañas conectadas en alma y en cuerpo, pero seguíamos siendo dos desconocidas hasta ese entonces. Nos tomamos nuestro tiempo, construimos esta relación, aprendimos a convivir, nos elegimos.
Nunca fue mi sueño tener un bebé. Su llanto, su fragilidad, su necesidad constante de atención y el sentimiento de apego persistente llegó a aplastarme en los primeros momentos. Ser mamá de una bebé se sentía solitario, encerrado, el fin de todo lo que había construido hasta ese entonces.
De seguro soy mucho mejor mamá de una niña que de una bebé.
Hoy, aunque llore e implore por más tiempo, independencia, libertad, no quiero que se vaya lejos. La semana que viene empieza el cole. No quiero tener un bebé de nuevo, pero tampoco sé del todo cómo lidiar con que Awi ya es una niña.
No sé qué será de este nuevo comienzo en mi maternidad. Cuando nació Awi también nació una nueva Maria José, alguien que tuve que volver a conocer y aceptar. Definitivamente ya no era la misma de antes, y nunca volví a serlo. Creo que tampoco elegiría cambiar nada si pudiese ir atrás.
De chica, mi mamá me hacía prometerle que hasta que ella sea viejita me sentaría en su regazo. No sé si hoy llamarle viejita con lo espléndida que es a sus sesenta y pocos, pero siento que tengo que pedirle a Awi la misma promesa, que para siempre, aún dentro de treinta años, siga siendo mi bebita.
No quiero que crezca más.
Torta de naranja Imprimir
15 mins
25 mins
40 mins
- Una taza y media de azúcar blanca
- 200 grs de manteca a temperatura ambiente
- Tres huevos
- Dos naranjas
- Una taza y media de harina 0000
- Una cuchara sopera de polvo de hornear
- Opcional: 50 ml de gin de naranja
- Opcional: Dos semillas de cardamomo
Para el glaseado
- Una taza de azúcar impalpable
- Dos cucharas soperas de gin de naranja
- Aproximadamente tres cucharas soperas de jugo de naranja
- Con batidora eléctrica, mezclar la manteca con el azúcar hasta que quede bien cremosa y sin grumos. Asegurarse que la manteca esté a temperatura ambiente para que sea más fácil de batir.
- Agregar los huevos y seguir batiendo unos 3 minutos.
- Exprimir las naranjas y reservar un poquito del jugo para el glaseado. Añadir a la mezcla junto al gin y las semillas de cardamomo. Batir de nuevo unos minutos.
- Mezclar la harina con el polvo de hornear. Agregar de a poco a la mezcla batiendo a velocidad lenta solo hasta integrar. No batir demasiado para evitar que la torta quede muy compacta.
- Enmantecar y enharinar un molde para torta. Precalentar el horno a 180 grados. Colocar la mezcla en el molde y cocinar durante aproximadamente 25 minutos o hasta que se dore un poco y al meter un escarbadiente al medio, éste salga limpio.
- Dejar enfriar antes de desmoldar.
- Mientras tanto, preparar el glaseado batiendo a mano el azúcar impalpable con el jugo de naranja y el gin hasta que quede cremoso pero no demasiado líquido.
- Desmoldar la torta y una vez que esté a temperatura ambiente, cubrir con el glaseado.