Me enloquecen las cosas multifunción; como esas procesadoras que pican, rallan, cortan, hacen jugo y por poco no cocinan solas. El fainá es un poco así; se come solo, relleno, con pizza, frío, caliente, de desayuno o de cena. Sería como el robot Magic Bullet Kitchenaid con Wifi de las masas.
No recuerdo exactamente la primera vez que probé fainá, pero creo que fue en Buenos Aires en la pizzería a la vuelta de lo de Juan, ubicada en una esquina atemporal de Palermo Viejo. No es la mejor pizza de la ciudad, pero es de esas clásicas pizzerías de barrio atendida por viejos mozos que te toman el pedido de memoria trajeados aunque hagan cuarenta grados a la sombra.
Las pizzas eran de una masa esponjosa pero crocante, con una cantidad rebosante de queso (no tanto como la de Guerrin o Las Cuartetas, pero por ahí cerca) y venían con unas rodajas de fainá para ponerlas por debajo o por encima, eso ya era a gusto del comensal. Comer esa pizza indicaba que ya era hora de volver a Asunción; generalmente nuestra última comida hacíamos siempre en ese local ochentosamente mágico.
Conozco dos Buenos Aires. La de mi mamá y mi Tía Teresa; de compras maratónicas, de aplanar Avellaneda de punta a punta, de armar y comer sándwiches de miga por kilo, del viaje de 16 horas en auto, de perdernos en el shopping con tanta oferta, del Palacio de las Papas Fritas y de premiarnos el último día con un bife de chorizo con puré de papas.
La otra, la de Juan, gira en torno a la comida; a caminar por la calle y tomar mal el subte, a recorrer ferias de antigüedades, a comer Sarkis por lo menos una vez, a ir a conciertos con amigos y tomar cerveza desde mucho más temprano de lo socialmente aceptado.
Amo y extraño Buenos Aires. Espero volver pronto. Parece que mientras más tiempo paso sin viajar, más lejana se vuelve la idea.
P.D: Tengo tan reprimidos los sentimientos que no voy a hablar de que choqué ayer y que todavía estoy mal por eso. Prefiero cocinar y escribir boludeces. Fin.
Fainá Imprimir
4 horas (con espera)
30 min
4 horas 30 min
- Una taza y ¾ de harina de garbanzos
- Dos tazas de agua
- Dos cucharas de aceite de oliva
- Una cucharita de sal
- Una cucharita de pimienta
- Mezclar en un bol la harina de garbanzos con la sal y pimienta. Agregar el aceite de oliva y un poco de agua y empezar a integrar.
- Añadir de a poco el agua hasta que no queden grumos y quede una mezcla muy aguada.
- Dejar reposar por lo menos 4 horas (ideal 12) en la heladera.
- Precalentar el horno y un molde redondo a 180 grados. Una vez caliente el molde, servir la mezcla y cocinar aproximadamente 30 minutos hasta que quede firme y dorado. Servir con pizza, solo o con otros toppings.
