Comida es amor. Ravioles son comida. Ravioles son amor. Decir que el día de los enamorados es todos los días es tan cliché como festejar el 14 de febrero regalando bombones y un osito de peluche de estación de servicio. Pero si existe algo puro llamado amor en este mundo, está contenido en de estos suaves trozos de masa rellenos de morrones asados, espinaca y suave Queso Paraguay.
Solo alguien que te quiere te cocina pastas caseras. Como un abrazo calentito en estos días intermitentemente fríos, el amor de madre, esposa, hermana, hija, amiga y por sobre todo el propio se demuestra amasando harina, agua y huevos hasta que los músculos del brazo entren en calor.
Después de un par de semanas ajetreadas fuera de casa, estos ravioles fueron los que nos juntaron de nuevo, en una cena lo más romántica que se puede con un bebé de seis meses upa queriendo agarrar los cubiertos de la mesa y Johnny Johnny sonando de fondo.
Admito buscar siempre practicidad y rapidez en las recetas que cocino y comparto, porque casi siempre el tiempo apenas da para meter algo a la procesadora, al horno, comer diez minutos y continuar con el día.
Por eso tomarse un momento para preparar pastas caseras es una excusa para decir Ey, te quiero. Ey, cambiamos pero te quiero más que nunca. Ey, mirá lo que son estos ravioles, si alguien te quiere en este mundo soy yo.
La falta de simetría, las huellas dactilares que quedan impregnadas en cada ravioli, la fuerza y calor infusionados en el amasar con nada más que las manos, a mano, a corazón abierto. Eso es amor.
Hacer ravioles caseros para dos es un te quiero tanto que hago esto por vos. Hacer para cuatro es un Bueno, vengan ya a amasar que sola me quedo sin brazos.
Un secreto; la salsa de ajos quemaditos en aceite de oliva, nueces y tomates cherry con un puñado de rico queso reggianito y un crack de pimienta negra es deliciosa con cualquier pasta, aunque sea comprada del súper.
Comprar no significa amar menos, pero amasar significa querer mucho más.
Ravioles caseros con tomates cherry, nueces y ajos quemados en aceite de oliva Imprimir
40 mins
20 mins
Una hora
- 500 gramos de harina
- 3 huevos
- 3 cucharas soperas de aceite de oliva
- Una cucharita de sal
- ¾ de taza de agua tibia
- 2 locotes rojos
- 5 atados grandes de espinaca blanca
- 300 gramos de Queso Paraguay o algún queso cremoso
- Una taza de aceite de oliva
- 2 dientes de ajo
- 250 gramos de tomates cherry
- Dos puñados de nueces mariposa
- Queso reggianito rallado a gusto
- Sal y pimienta
- Antes que nada, es importante trabajar en una superficie plana y limpia para poder amasar sin problemas. Verter en la mesada la harina y formar un hoyo en el medio con las manos.
- Agregar la sal, el aceite y los huevos y empezar a mezclar con las manos desde el centro hacia fuera. Tener a mano el agua tibia y agregar de a poco a la masa hasta que ésta se haya unido pero no esté pegajosa.
- Si la masa queda muy pegajosa, tirar harina a la mesada e ir mezclando hasta que quede suave y compacta.
- Ahora, la parte más laboriosa: amasar. Volver a agregar harina a la mesada y mover y golpear la masa con las manos por lo menos 8-10 minutos hasta que los brazos no den más.
- Formar un bollo con la masa y guardar en la heladera durante 15 minutos hasta que la salsa esté lista.
- Poner a hervir una olla grande con agua. Añadir sin miedo un puño grande de sal, es lo que dará sabor a la pasta y no quedará demasiado salada aunque parezca demasiada sal.
- Picar el ajo en trozos pequeños y cortar la mitad de los tomates cherry en dos.
- En una sartén (aún sin prender el fuego) verter el aceite de oliva y los ajos. Prender la hornalla y cocinar sólo un par de minutos hasta que los ajos apenas se hayan dorado. Cocinar de más le dará un gusto amargo y desagradable a la salsa, así que ojo.
- Apagar el fuego y agregar los tomates y las nueces, que pueden estar apenas partidas. Condimentar con sal y pimienta y dejar descansar.
- Retirar la masa de la heladera. Volver a enharinar la superficie de amasado y estirar con un palo hasta que la masa tenga un grosor de menos de 1 centímetro (o lo que te de sin que empiece a romperse.)
- Mientras tanto, poner los morrones directamente sobre la hornalla y dejar que se cocinen hasta que la piel se vuelva totalmente negra, dándoles vuelta cuando sea necesario.
- Con un cortador circular o algún objeto que te sirva como molde, cortar redondos de pasta de más o menos 15 cm de grande (si queremos ravioles grandes).
- Retirar los morrones del fuego y sacarles la piel bajo la canilla. Picar en cuadraditos pequeños.
- En un bowl mezclar con las manos los morrones, el queso y la espinaca cortada bien fina. Salpimentar.
- Hacer bolas de relleno grandes como albóndigas. Colocar cada bola sobre el círculo de pasta que cortamos. Con otro círculo de igual tamaño y usando un poco de agua como pegamento, tapar cada círculo y formar los ravioles. Una vez cerrados, espolvorear con un poco de harina y si no se van a comer en el momento, tapar con papel film.
- Cuando el agua de la olla grande hierva, echar con cuidado los ravioles y cocinar durante 8-10 minutos.
- Cuando estén listos, retirar de la olla y agregar apenas aceite para que no se peguen.
- Servir inmediatamente con la salsa, un poco de queso rallado y pimienta recién molida.