El reciclaje es una actitud que amo e intento aplicar a todos los aspectos de mi vida. La stratta es mi nueva receta anti-desperdicio favorita, y la mejor manera inventada por el hombre de reutilizar pan viejo. Probar lo fácil, económica y deliciosa que es garantiza que tu Martha Stewart interior se recocije ante tu inesperado talento culinario y eco-friendliness.
Admito llegar hasta el punto extremo del cachivacherismo y poseer la manía de muchas (de verdad, muchas) veces aferrarme a cosas por el simple hecho de no querer tirar nada a la basura. Y esto no se aplica sólo a la comida, sino a la ropa y a todo lo que uno pueda acumular.
Si no me creen, les invito un día a ver el estado actual de mi depósito de producción para que se saquen la duda. Si el primer paso para resolver un problema es admitir la existencia del problema, lo diré, tengo un pequeeeeño problema de acumulación, o hoarding si quieren ponerse técnicos y hacerme sentir todavía un poquito más culpable.
El freezer es el mejor amigo de las personas cachivacheras como yo. Muchas veces lo que sobra del almuerzo va bien señalizado al congelador hasta llegar al momento de desesperación donde la heladera está vacía o no hay tiempo ni de preparar un sándwich.
Y ahí ese restito de sopa se licua y renace. Y esa solitaria veggie burger vuelve a reinventarse como Madonna. Y viene a mano más que nunca ese espíritu reciclador, acumulador y abuelístico de nunca querer tirar nada de nada.
La stratta, una prima lejana del bread pudding pero en versión salada, es una opción interesante para agregar al brunch y darle un toque de la vieja Italia a la rutina. Con un poco de pan duro (mientras más rico haya sido fresco, más rico será en su nueva versión) y unos cuantos huevos, este plato de bordes crocantes y suave y cremoso interior cambiará drásticamente tu actitud hacia el pan viejo y las personas que no podemos tirarlo.
La receta básica es sumamente simple y sus variaciones son interminables, pudiendo sumarle especias, jamón, distintos quesos, verduras asadas.. el antojo marca el gusto.
Otra opción es prepararlas en moldes individuales y servir como entrada de almuerzo con una ensaladita. O bien, preparar una tamaño jumbo la noche del sábado, meterla al horno el domingo de mañana y disfrutarla en el mejor lugar para desayunar inventado por el hombre, la cama.
Stratta de queso gruyere Imprimir
15 mins
45 mins
Una hora
- 400 grs. de pan viejo
- 5 huevos
- 200 grs. de queso gruyere
- 2 dientes de ajo
- 1 cebolla
- Dos cucharadas de manteca
- 250 ml de crema de leche
- 1 mazo de perejil
- 1 mazo de albahaca
- ½ mazo de orégano
- Cortar el pan en cubitos, colocar en un recipiente alto apto para horno y reservar.
- Derretir la manteca en una sartén. Agregar la cebolla cortada en cubos y el ajo picado y cocinar durante 5 minutos o hasta que empiece a transparentarse. Condimentar con sal y pimienta.
- En un bowl, batir los huevos durante unos minutos hasta que empiecen a espumar. Mezclar con la crema de leche hasta lograr una consistencia homogénea.
- Agregar el queso gruyere rallado grueso, la albahaca, el perejil y el orégano y mezclar bien. Volver a condimentar con sal y pimienta.
- Verter la mezclar sobre el pan. Cubrir con papel film y dejar descansar en la heladera por lo menos una hora, siendo lo recomendable esperar al menos unas 3 horas o toda la noche antes de hornear.
- Precalentar el horno a 180 grados. Cocinar a fuego medio durante 45 minutos o hasta que los bordes empiecen a dorarse. Servir inmediatamente.