El microondas es el mejor amigo del ama de casa desesperada de los noventas. Este mug brownie, o brownie cocinado en taza, nos invita a desempolvar el aparatote cuadrado que adorna la esquina de la cocina desde 1993. Además, es el sueño adorado de todo celiaco, vegano, diabético, keto-lover, choco-adicto y de básicamente cualquier persona que sepa revolver con una cuchara y apretar el botón de encendido del microondas y esperar cincuenta segundos sin abrir la puerta antes del beep.
Recuerdo vívidamente lo primero que cociné en mi vida, mucho antes del arroz kesu, cuando mis tardes giraban en torno al pan con paté y los cereales del color del arcoíris. Una noche intrascendente de mi infancia; mi tío, yo y el microondas.
Mi no-familia que a veces fue hasta más familia que mi familia real son los hermanos e hijos de los hermanos de mi Tía Teresa, la mejor amiga de infancia de mi mamá; personas con las que compartí vacaciones, cumpleaños, y básicamente mi niñez entera. Mi Tío Fernando, el menor de sus hermanos, me enseñó a jugar Sega y a cocinar por primera vez, aunque seguramente él no lo recuerde.
Yo nunca olvidé esa receta enseñada con paciencia. Agarró una papa con cáscara y todo, le pinchó con el tenedor, le tiró un poco de aceite de oliva, sal y orégano, un par de vueltas al microondas, y voilá. Hoy quizás es una tontería, pero en ese momento me pareció magia.
Con el correr de los años el microondas perdió un poco de su esplendor y se convirtió hasta en enemigo de las casas. No sé mucho de la ciencia al respecto, pero en casa el microondas es básicamente un calentador de agua. Sí, soy tan kaigue para prender el fuego que prefiero meter mi taza y apretar un botón. Bueno, también lo uso para descongelar cosas que casi siempre terminan cociéndose por la mitad y arruinándose desastrosamente por las ondas de este aparato misterioso que nunca entendí del todo.
¿Ya metí una taza con una cuchara adentro? Sí. ¿Ya intenté cocinar un huevo causando una explosión catastrófica de yema? Obvio. Por eso creo que esta receta debería llamarse La venganza del microondas. Y le tuve mucho miedo al principio. Ya me veía en uno de esos pos-apocalípticos Pinterest fails limpiando chocolate derretido por todos lados.
Sorpresivamente salió muy bien. Espero a nadie le explote en el microondas y si pasa eso, es sólo cuestión de bajar la potencia. Y como todo en la cocina, volver a probar una y otra vez hasta que salga.
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4 mins
1 min
5 mins
- Una cuchara sopera de chía
- Una cuchara sopera de aceite de coco
- Cinco cucharadas soperas de leche de almendras
- Una cuchara sopera de cacao 100%
- Cuatro cucharas soperas de harina de almendras
- Una cucharita de stevia o endulzante
- Media cucharita esencia de vainilla
- Una cucharita de bicarbonato de sodio
- Cuatro almendras picadas
- Sal marina
- En una taza mediana mezclar la chía con la leche y dejar reposar dos minutos. Agregar el aceite de coco, la esencia y la stevia y mezclar bien.
- Agregar el cacao, la harina y el bicarbonato. Mezclar con una cuchara hasta obtener una masa más o menos homógenea. Si resulta muy difícil mezclar agregar una cuchara más de leche.
- Limpiar la taza para que no queden residuos de masa en la parte superior. Decorar la torta con las almendras.
- Cocinar en el microondas a potencia media durante 50 segundos. Como cada microondas es distinto, es recomendable probar 30 segundos y cocinar por 10 segundos más hasta lograr la textura deseada. Si se cocina de más, la torta quedará muy seca por lo que es importante ir probando hasta encontrar el tiempo perfecto.
- Consumir inmediatamente con un poquito de sal marina por encima.