Huevos benedictinos

Fiestita Recetas

Ya no tengo la memoria tan clara como hace diez años. Si hubiese escrito esto hace diez años, probablemente recordaría detalles que hoy se perdieron en la laguna mental de mis distorsionados recuerdos. Pero hoy recuerdo mejor que dentro de diez años, asi que hoy necesito escribir para que ningún recuerdo más se borre.

Hoy hace diez años nos casamos con Juan.

El día antes fui un mar de lágrimas. Mientras el cielo se caía, y pese al cajón de jabón que tiramos con mi mamá al techo, nuestro gran día se veía cada vez más pasado por agua. El 16, salió el sol radiante. La humedad no era de este planeta, pero al menos, ya no llovió.

Esa mañana, recuerdo sentarnos con mi mamá a ver los últimos detalles. Porque todo hicimos nosotras. Con un cuaderno cuadriculado de Mickey Mouse bajo el brazo, recorrimos la ciudad buscando presupuestos, proveedores y todo para que ese día sea tal cual lo imaginé. Está de más decir que no fue, pero con el tiempo uno aprende que así nomás son las cosas.

Por la tarde, agarré mi Pajerito azul y fui al hotel para empezar a prepararme. No estaba nerviosa. Llegué a la habitación y vi el E! True Hollywood Story de Pamela Anderson, tranquila como si no estuviese anticipando esa noche hace meses.

Desde acá hasta la misa, solo tengo flashes. El gran Jorge Sáenz llevándome a la terraza para hacer fotos antes de vestirme, la maquilladora que cayó casi una hora tarde, las puteadas con la novia que se casaba antes y no llegaba a la iglesia, la emoción de mis amigas que vinieron a verme (Agri estaba todo lo nerviosa que yo no estuve), hasta que pronto fue la hora de marcharse.

A pesar de mi elegante decisión de usar guantes, cuando el auto antiguo alquilado me buscó, no me aguanté y le pedí humildemente al chofer si le molestaba que prendiera un pucho. Me saqué un lado de los guantes, fumé con ganas ese cigarrillo y ahí me cayó la ficha. Llegué, pero no recuerdo caminar hasta el altar. Los nervios me teletransportaron.

En ese momento nos encontramos con Juanma. Tengo vivísimos recuerdos de escuchar al cura hablar y escuchar su voz como la de los adultos en Snoopy. Le miraba a Juan y solo quería reírme. Mientras más seria intentaba estar, más me atacaba la risa. Finalmente, el cura soltó un “dejen de reírse, esto no es una joda” con voz de director de primaria. Yo igual me seguía riendo por dentro.

Al momento de darnos los anillos, nunca había pensado qué iba a hacer con los guantes. Según mi mamá, rompiendo todo protocolo, me saqué los guantes, hice un bollo y le tiré como una pelota. Yo, la reina de la desfachatez, ni me di cuenta de lo poco agraciado de mi maniobra. Tampoco me di cuenta de que contratamos al peor coro de iglesia de la historia, tan desafinado que lograron que nadie llore de la emoción con el Ave María.

No puedo creer que me casé por iglesia. Pero bueno, eran otros tiempos.

Terminó la ceremonia y subimos al auto, nos sacamos unas fotos y pronto llegamos a la fiesta. Entramos al lugar y pusieron una música horrible que nada que ver tenía con lo que habíamos planeado. OK, párrafo de mención especial al DJ.

Meses, pero en serio, meses nos pasamos armando un playlist, y como era el 2011 había que bajar una a una las músicas, faltaban años para que exista Spotify. Después de hacer ese tedioso trabajo y entregar los CDs al DJ, el tipo decidió meterse los CDS en el culo y poner la música que a él le gustaba. También recuerdo que solo quería tomar Miller y no Pilsen ñoño. Igual los amigos dijeron que la música estuvo increíble.

Solo sé que tras un par de horas ya estaba descalza. Mi vestido era un harapo, negro y roto de tanto arrastrar, pero yo, joven y rodeada de mi gente, solo quería perrear y poguear y saltar y celebrar.

Comimos finger food. O sea, comieron, porque yo no comí nada. Había comida paraguaya, mexicana y oriental.

Entre los bloopers de la noche, un señor se cayó en la pista de baile y aunque nos asustamos mucho (era uno de los hermanos de mi abuela) no le pasó nada. También unas tías de Juanma se enojaron porque estaban peleadas y sin querer les sentamos juntas.

La decoración que nos pasamos meses haciendo con mis amigas quedó re linda. Hicimos una a una no se cuántas cientas de flores de papel amarillo, y recuerdo tomar Miller chiquitita solo para conseguir las botellas que después pinté con aerosol negro. Hasta ahora tengo una de esas botellas en casa.

No me acuerdo de nada más. Sí me acuerdo que estuvimos toda la noche con Juan, pegados y más juntos que nunca. Con una borrachera terrible, mi mamá nos llevó de nuevo hasta el hotel, donde morí ni bien toqué la cama.

No, no hubo noche de bodas, pero sí mañana. 😉

No puedo creer que pasó tanto tiempo. Atesoro estos recuerdos como atesoro el haber encontrado a mi mejor persona tan joven. Y sobre todo, como diez años después le sigo eligiendo, le sigo descubriendo, y sigo amándole mucho, mucho más que ese 16 de abril de humedad y música fuerte.

P.D. Post re largo. Perdón jeje

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Tiempo de preparación
20 mins
Tiempo de cocción
8 mins
Tiempo total
30 mins
Precio: $$
Dificultad: Difícil
Porciones: Dos huevos
Ingredientes:
  • Cinco huevos
  • Media taza de manteca derretida
  • Una cuchara de jugo de limón
  • Una cuchara de mostaza dijon
  • Una pizca de sal
  • Una pizca de pimienta cayena
  • Un litro de agua
  • Un chorrito de vinagre
  • Pancitos (perdón, queda pendiente la receta)
  • La original lleva jamón, pero yo no le puse jeje
  • Un poquito de cebollita de hoja
¿Qué hago?
  1. Lo primero es hacer la salsa holandesa. Colocar tres yemas en la licuadora. Podés reservar las claras para otra receta o aprovechar las yemas que siempre sobran.
  2. Agregar el jugo de limón, mostaza, sal y pimienta cayena y mezclar. Calentar la manteca en el microondas.
  3. Prender la licuadora y agregar la manteca de a muy poquito, en forma de hilo (de la misma manera que hacés mayonesa casera) y licuar hasta que se emulsione. Reservar hasta el momento de servir.
  4. Para hacer los huevos poché, si no tenés moldes, podés hacer de la manera clásica.
  5. Poner a hervir el agua con el vinagre. Mientras tanto, romper el huevo en un colador fino sobre un bowl, desechando la parte líquida que queda al colar. Una vez desechada la parte más líquida, colocar el huevo en el mismo bowl.
  6. Apagar el agua cuando empieza a hervir a borbotones. Rápida y cuidadosamente tirar el huevo al medio y tapar la olla, dejando reposar por 3 a 4 minutos o hasta que la clara haya tomado un color más blanco.
  7. Retirar del agua preferentemente con una cuchara grande. Si se va a hacer en cantidad, dejar el huevo reposando en agua con hielo hasta que todos los huevos estén listos. Para calentar, volver a meter al agua hirviendo por un minuto.
  8. Para armar, tostar un poco los panes, agregar los huevos y por encima la salsa holandesa. Decorar con un poco de cebollita de hoja picada.

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