Nunca querría que alguien me quiera de la forma en que yo amo al café. Su aroma robusto, la espumita dulce que queda sobre los labios, la sensación calentita en la panza y la instantánea golpiza de energía… No existe mejor compañero para este brunch bowl que un café de verdad.
Soy la peor amante del café del mundo. Si yo era café, me hubiese dejado hace siglos, borrado mi contacto y bloqueado de todas las redes sociales. No sé si no le demuestro afecto porque no lo amo lo suficiente, o nada más es una cuestión de simple haraganería.
Todos los días activo mi generalmente ajetreada mañana con el café en polvo más desabrido, aguado y triste del mundo. Encima lo endulzo con edulcorante líquido y una pizca de leche descremada transparente. Peores cafés sólo se toman en las máquinas de café ficha de la municipalidad que no se limpian desde la época de Filizzola.
Traté de cambiar demasiadas veces. Me regalaron una hermosa máquina illy hace unos años la cual usé (con suerte) unas 20 veces. Veinte deliciosos cafés que me dolían tanto el bolsillo cada vez que preparaba uno que hasta intenté vender sin éxito mi hermoso Ferrari (bueno, Porsche) del café en Hendyla. Hasta ahora sigue de decoración en el desayunador de casa.
Sí, por si no saben soy un chiqui tacaña.
Cuando pensé que no podía existir un café menos sabroso que el en polvo, me embaracé y el café de tapa azul reveló ante mis ojos que sí existe algo menos rico que el café soluble, el café descafeinado. De verdad por ley no debería llamarse café.
Lastimosamente vivo lejos, pero el mejor café de Asunción se toma en Café Consulado, donde el sábado pasado cociné este bowl de brunch levantamuertos. Aunque mis mañanas por el momento seguirán siendo del café N, barato, fiel y aburrido, cualquier oportunidad de meterle los cuernos con un flatwhite me devuelve las ganas de vivir.
P.D. No tuve ni tiempo de contarles que esta receta de fakon o bacon fake es la revelación del 2018, ¡como para preparar un kilo! ¡Buen brunch a todos!
Brunch bowl con huevos revueltos y fakon Imprimir
60 mins
30 mins
Una hora y media
- Cuatro huevos
- Cuatro fetas de queso cheddar
- 50 ml de crema de leche
- Dos cucharas soperas de manteca
- Cuatro salchichas de soja
- 50 ml de salsa de soja
- Dos cucharas soperas de pimentón
- Dos cucharas soperas de ají el polvo
- Dos cucharas soperas de ajo en polvo
- Dos cucharas soperas de azúcar
- 250 ml de aceite común
- 200 grs de papines
- Tres cucharadas soperas de manteca
- Un chorro de aceite de oliva
- Un diente de ajo
- Un mazo de lechuga
- Un mazo de rúcula
- Un mazo de espinaca blanca
- 200 grs. de tomates cherry
- Aceite de oliva
- Sal y pimienta
- Primero, picar las salchichas de soja en pedacitos muy pequeños. Dejar macerando con salsa de soja, pimentón, ají, ajo y azúcar durante por lo menos una hora.
- Mientras, colocar los papines partidos al medio en una placa para horno. Condimentar con la manteca cortada en trozos, aceite de oliva (sin miedo) y ajo picado. Salpimentar y cocinar a horno fuerte por 20 minutos o hasta que las papas comiencen a dorarse.
- Freír en aceite las salchichas hasta que tomen un color oscuro y una textura crocante. Dejar escurrir en papel absorbente hasta el momento de usar.
- Preparar en dos bowls o platos hondos la mezcla de verdes condimentando con un poco de aceite de oliva. Cortar los tomatitos en mitades y servir en cada plato.
- Mezclar en un bowl los huevos, el queso cheddar picado fino y la crema hasta que lograr un líquido más o menos homogéneo.
- Derretir dos cucharadas de manteca en la sartén a fuego bajo. Agregar la mezcla de huevos y NO PARAR DE MEZCLAR para lograr una textura cremosa. Los huevos estarán listos en 8 minutos aproximadamente.
- Armar los platos con los papines, los huevos revueltos y el bacon falso. Espolvorear pimienta o ají arriba y disfrutar en el momento.