Fideos con salsa de tomates asados en 15 minutos (y sin gas)

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El celular que después de tres años ya no se actualiza, la licuadora barata que se rompe al más mínimo golpe, la colección de ropa que sale cada dos semanas, el mueble de melamina que se desarma tras la mudanza. En este mundo global y capitalizado, nada es para siempre.

El consumismo y la obsolescencia programada nos mantienen eternamente insatisfechos, nos hacen trabajar con la meta de cumplir la falsa necesidad de adquirir objetos nuevos todo el tiempo, y están lentamente matando al planeta, llenando los océanos de plástico que no deja de acumularse en grandes islas de basura.

Es más rentable crear productos de mala calidad que se funden pronto y obligarnos a cambiar cada tres años que fabricar electrodomésticos como los de nuestras abuelas, sólidos y con una vida útil de décadas. Perdimos el valor de apreciar lo durable; solo queremos lo nuevo, lo último, la tendencia, lo que brilla, aunque sea por ser puro plástico.

Muchas veces me siento sumamente hipócrita por usar mi influencia para generar consumismo. Pero es imposible aislarse y salirse del sistema. No hay lugar en el planeta adonde ir. Todo es privado, todo está ocupado. Nos necesitamos los unos a los otros. Pero, ¿qué podemos hacer para consumir más consciente y de manera más responsable?

Yo empecé a hacerme preguntas antes de adquirir cualquier cosa. ¿Comprar esto soluciona un problema real en mi vida? ¿Pensé comprar este objeto más de tres veces en los últimos meses? ¿Tengo algún objeto similar que puede cumplir la misma función que este objeto nuevo? ¿Cuánto tiempo voy a usar esta cosa?

Cuando quiero comprar, anoto el objeto en una lista en mi celular y me freno del impulso de adquirir sin pensar. Muchas veces, vuelvo a esa lista o me vuelvo a encontrar con el objeto y si justifico su razón de ser en mi lista, compro. Otras, me doy cuenta que realmente no necesito gastar en un zapato o maquillaje ahora mismo.

No sé nada de finanzas personales, pero sé que acumular tantas cosas me genera una carga pesada, y con la inminente mudanza, me gustaría achicarme un poco, y despojarme un poquito de tantas, tantas cosas que me pesan haber acumulado con los años. Ojalá lo logre.

Mientras tanto, justifiqué el microondas que jamás se usa en casa preparando estas pastas cuando se acabó el gas. Gracias, tía que me regaló un microondas hace 10 años.

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Tiempo de preparación
5 mins
Tiempo de cocción
15 mins
Tiempo total
15 mins
Precio: $
Dificultad: Facilísimo
Porciones: Dos porciones generosas
Ingredientes:
  • Medio paquete de fideos
  • 200 gr de tomates cherry o tres tomates medianos
  • Media cebolla
  • Dos dientes de ajo
  • Una cuchara sopera de azúcar
  • Una cuchara extracto de tomate Pontevedra
  • Dos cucharas soperas de aceite de oliva
  • Un mazo pequeño de albahaca
  • Una pizca de pimienta
  • 100 gr de muzarella fresca o cualquier queso suave
  • Dos rodajas de pan
  • Una cuchara de aceite
  • Una cuchara de ajo en polvo
  • Dos cucharas de queso rallado
¿Qué hago?
  1. Para hacer los fideos, colocar en un recipiente apto para microondas con agua; la idea es cubrirlos con agua dos dedos por el nivel de los fideos. Cocinar en tandas de tres minutos, revolviendo entre tandas hasta que queden al dente. Los míos tardaron en total 9 minutos en cocinarse. Retirar del microondas y reservar.
  2. Mezclar los tomates, aceite, cebolla y ajo picados, azúcar, extracto de tomate, sal y pimienta en un bol. Colocar en un recipiente para horno (me salvó mi mini hornito eléctrico) y cocinar 15 minutos hasta que los tomates estén apenas dorados.
  3. Untar los panes con aceite y ajo en polvo y tostar. Cuando estén crocantes, picar hasta que quede en trozos pequeños y mezclar con el queso rallado.
  4. Mezclar la pasta con los tomates, agregar queso y albahaca y un toque extra de aceite de oliva. Espolvorear el pan crocante y disfrutar.

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