Sería mejor blogger si no fuera vestuarista. Sería mejor vestuarista si no fuese blogger. Este interminable tira y afloje entre mundos paralelos me está matando lentamente; mi cerebro está a dos mails de implotar y hacerse polvo.
Amo el vestuario; pensar de cero un personaje, armar una presentación vistosa, encontrar joyas en tiendas de segunda mano, rebuscarme en los confines más oscuros del mercado y terminar un proyecto que me llene el corazón de orgullo por unas horas.
Pero odio hacer pésima publicidad, los clientes metiches, los directores caprichosos, vestir una y otra vez a la misma familia perfecta o al grupo de amigos comiendo asado. Odio a las nenas de rosado y a los nenes de celeste. Odio que es tan fácil, tan intrascendente. No aporta nada.
¿Es hora de dejar el vestuario? ¿Es hora de ser ¼ vestuarista y ¾ blogger?
No quiero llenarme de marcas y volverme un cartel publicitario andante. No quiero sacarme fotos en estaciones de servicio, ir a inauguraciones de edificios y promocionar productos de mala calidad o sin ética. No quiero trabajar por dos docenas de galletitas y un vale para hacerme las manos. Si eso es dedicarme al blog, paso.
No quiero. No puedo. No me da.
Así estoy, en el único momento que tengo libre en meses para desconectarme y mimarme, atragantada de ansiedad durante el último respiro que tengo antes de un rodaje horrible de tres días y como cinco posteos de recetas que tengo pendientes.
Mis ojos están pesados, mi estómago cerrado, mi respiración agitada y me siento al límite. Un mail más y exploto. Quiero apagar mi cerebro y hacerme pelotita en un rincón. Y llorar. Y dormir. Hasta el 2021. O el 22 si se puede.
P.D. Ahora más tranquila, agradezco al universo el poder dedicarme a lo que me gusta, aunque odie mis dos trabajos ahora mismo. Es la época del año nomás. Voy a estar bien.
Cookies navideñas de jengibre Imprimir
15 mins
10 mins
25 mins
- Tres tazas de harina 000
- Media taza de azúcar morena
- 150 gr de manteca a temperatura ambiente
- Un huevo
- Media taza de miel negra
- Una cucharita de polvo de hornear
- Una cuchara sopera de canela
- Una cuchara sopera de jengibre en polvo
- Una cucharita de nuez moscada
- Una pizca de sal
- Una cucharita de esencia de vainilla
Para el glaseado
- Una taza de azúcar impalpable
- Una cucharita o dos de leche entera
- Confites para decorar
- Batir el azúcar con la manteca hasta obtener una mezcla cremosa. Puede hacerse con batidora de mano o mejor aún, con batidora eléctrica.
- Agregar el huevo, la miel negra y la esencia de vainilla. Batir unos 3 minutos.
- Añadir la canela, nuez moscada y jengibre. Mezclar.
- Mezclar el polvo de hornear con la sal y el polvo de hornear. Agregar a la mezcla, pero no batir, amasar solo un poco hasta integrar para que las galletitas no salgan muy duras.
- Dividir la masa en cuatro partes y guardar tapada en la heladera por lo menos durante media hora. Este paso es importante para evitar que se deformen al cocinar.
- Sacar la masa de la heladera y precalentar el horno a 180 grados. Estirar la masa sobre una superficie enharinada y cortar de la forma deseada.
- Hornear sobre una superficie enmantecada durante 8 a 10 minutos, hasta que apenas empiecen a dorarse los bordes.
- Para preparar el glaseado mezclar el azúcar impalpable con la leche hasta que se forme una crema uniforme pero pesada. Colocar en una manga o decorador de galletitas.
- Dejar enfriar completamente antes de decorar con el glaseado. El glaseado puede usarse como pegamento para decorar con confites o puede teñirse con colorante para hacer glaseado de colores.
